Acerca de nosotras ·

domingo, 15 de junio de 2014

Lorraine Code docente de filosofía y de pensamiento social y político


Lorraine Code (19 de octubre de 1937) es una distinguida investigadora,  profesora emérita de  filosofía, de pensamiento social y político y estudios de la mujer en la Universidad de York, es miembro de la Royal Society of Canada, y tiene el titulo de distinguida filósofa  por la Society for Women in Philosophy .

La sede en Estados Unidos  de la Sociedad para las Mujeres en Filosofía   nombro a Code como mujer filósofa  distinguida  en 2009 por sus trabajos, logros y contribuciones a la ayuda de las mujeres en la filosofía y en la disciplina de la filosofía. Code es la segunda mujer canadiense en recibir esta distinción.

Code esta  especializa en la epistemología,  epistemología feminista , política del conocimiento, responsabilidad epistémic ,  filosofía francesa del siglo 20, teoría ecológica y  teoría post-colonial.

"Estoy interesada en cómo el testimonio juega un papel muy importante en nuestro conocimiento, en contra del antiguo modelo empírico donde las únicas fuentes válidas de conocimiento fueron la percepción y la memoria", dice el Code. Ella también está interesada en cómo las generalizaciones filosóficas y políticas en la prensa y en otros lugares, son muy superficiales, de  lo que resulta que las personas, los grupos, desconocen  las cuestiones en profundidad y frecuentemente se malinterpreta o desacredita  . Code cita el ejemplo de las pruebas de agresión sexual en las que no  se creía, sistemáticamente a las mujeres, el caso de testimonios de hombres negros  que no son  tomando tan en serio como  el de los hombres blancos, o la cuestión de por qué el testimonio de una persona que está bien vestida es un indicio de  que la verdad se está expresando.



Code se dedicó al tratamiento de la relación entre conocimiento y subjetividad. Desde muy joven percibió que se daba por descontado  que quienes podían conocer eran los varones. Palpó desde muy temprano el
androcentrismo que ignora las experiencias de las mujeres como otras formas viables de conocimiento o que en caso de reconocerlas, las desdeña. Hablar de subjetividad y conocimiento a fines de los setenta hizo que en la academia la ubicaran dentro del feminismo, ya que la conjunción entre conocimiento y subjetividad era impensable dentro de la epistemología reinante. (Code, 1991)
Lorraine Code considera que la epistemología debe entenderse como teoría del conocimiento e incluir al conocimiento cotidiano pues ello es central en el pensamiento feminista: las feministas tienen que conocer sus experiencias y las experiencias de las otras mujeres además de las circunstancias de sus vidas. Dar importancia a este camino es lo que permite explicar la ausencia de las mujeres como conocedoras y como conocidas dentro del conocimiento público, donde aún luchan y requieren tener no sólo poder epistémico sino también reconocimiento de autoridad.
Un sujeto “normal” se supone masculino y es por esto que dichas epistemologías dejaron de lado grupos no considerados “de interés” como las mujeres, quienes pertenecen a otras etnias, son homosexuales o de edad avanzada, entre otras “no normalidades”, cuyos experiencias y proyectos no son tomados en cuenta. Cuando se hace investigación feminista se manejan valores y esto la aleja de los cánones de objetividad estándar. Teorías como las positivistas asumen una distinción tan aguda entre información anecdótica y
evidencia que las experiencias de los grupos citados no son tomadas seriamente porque sus relatos son rápidamente equiparados al estatus de evidencia anecdótica. Dichos grupos no son solamente invisibles en los datos a partir de los cuales las conclusiones son extraídas, sino que tampoco encuentran modo de hacer que sus experiencias cuenten como conocibles. Como ejemplo Code toma a las enfermedades cardíacas, en las que los varones son el “libro de texto” de los síntomas sin que se haya escuchado a las mujeres. Como
consecuencia los síntomas que no entran en el “libro” son anormales y aberrantes y por ende no tomados en cuenta sobre la base de que existe una diferencia tajante entre los síntomas medibles, diagnosticables y las narrativas de los pacientes. Las narrativas estarían contaminadas porque se presentan como complemento o apoyo para el diagnóstico que a veces tienden a distorsionar la verdad.
El conocimiento es un proceso de construcción que tiene sus bases en el poder. La producción de conocimiento es entonces más una negociación dentro de una comunidad epistémica que una confrontación cara a cara con los hechos. “Contextos epistemológicos anormales”, sugiere Code adaptando la denominación de Cheshire Calhoun “contextos morales anormales”, son aquellos en los que ciertos modos de mirar, pensar y percibir un problema hacen posible que algunos investigadores se muevan hacia las fronteras por ejemplo del conocimiento médico, de estudios religiosos o lingüísticos, de defensa de niños o mujeres golpeadas. Así como consecuencia de sus reflexiones críticas, los métodos feministas aparecen como métodos vigilantes. (Code,1995a)
Code se opone también a la distinción tradicional entre conocimiento y opinión, que eleva al conocimiento por sobre las experiencias individuales, asumiendo que hay hechos y que éstos prevalecerán, sin tomar en cuenta que la separación tajante entre hechos y valores es insostenible ya que todo conocimiento está impregnado de valores.
Code hace un uso libre, no técnico de ciertos términos como “espacios retóricos” y “espacios discursivos”, justamente para referirse a temas que no pertenecen a la epistemología ortodoxa. Espacios retóricos son los lugares en los que se actúa y se conoce y donde quien actúa en ellos debería ser sensible a la recepción que pueda tener. Se trata de campos de investigación vigilados donde se sabe qué se puede decir y qué no, ya sea por prohibiciones explícitas o por percepciones anquilosadas acerca de lo que vale la pena de ser investigado.
Sin embargo, el tratar de rescatar el valor de la experiencia no tiene que llevar del polo
de desvalorizarla a considerarla como inmune a la crítica y a la investigación. En la década de los años noventa la cuestión que inquietó tanto a las militantes activistas como a las investigadoras fue la política de cómo hablar en nombre de otra mujer.
En “Who cares?” Code afirma que el recontar e interpretar experiencias es vital para la formación de la subjetividad. Las mujeres tienen que aprender de sus propias experiencias ya que su agencia subjetiva no está presente en los mecanismos de los análisis imparciales.
Para lograrlo sus experiencias tienen que ser mediadas teóricamente en debates multimediados, dialógicos donde se evite el monologismo y las imposiciones que parecen no venir de ninguna parte. Las investigadoras tienen que resistir tratar a la experiencia como un dato espontáneo e inviolable. (Code, 1995b)
Otra forma de lograr recuperar la voz de las mujeres se da a través de los relatos que fueron excluidos de las versiones de la epistemología anglosajona, una epistemología que además de descarnada optó por un discurso de carácter no narrativo. Si se rescatan y cuentan esos relatos entonces se coloca a la epistemología en un lugar diferente: se la ubica entre las vidas y los proyectos de personas que conocen que tienen un género, que están encarnadas y que viven una situación particular.
Debido a que las experiencias, el conocer y las teorías del conocimiento están arraigados en estructuras comunitarias sociales y dado que las actividades epistémicas están interconectadas a través y entre las comunidades en forma consensuada o crítica, no hay un punto de Arquímedes singular que pueda erigirse en punto de partida del análisis.
Así las narraciones personales, localmente elaboradas son uno de los espacios más productivos para la investigación epistemológica. La intención de Code no es presentar a los testimonios en primera persona como sitios de búsqueda de hechos claros e incontestados.
Las decisiones normativas son, así, dependientes de la evidencia descriptiva y sitúan esa evidencia en prácticas y subjetividades donde sus efectos e implicaciones pueden ser evaluados. La multifacética evidencia de la que dependerán los juicios normativos, hace improbable la emergencia y el consenso alrededor de un criterio de evaluación único y universal. No obstante los juicios normativos que se establezcan serán más adecuados a las circunstancias y a lo que la gente necesita para estar capacitada para conocer que los que se realizan sobre la base de análisis formales.
Ana María Bach  en El rescate del conocimiento,TEMAS DE MUJERES -Revista del CEHIM -Año 6 – Nº 6 - 2010

http://www.ffyh.unc.edu.ar/piemg/textos_de_int/Temas_de_mujeres_nro_6.pdf
http://www.yorku.ca/yfile/archive/index.asp?Article=12492

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HH

Más