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domingo, 6 de abril de 2014

Milena Jarjour


La Siria de Milena huele a especias: a baharat, canela y pimienta en las calles de un zoco abarrotado de color y vida. Su Damasco sabe a dátiles y pistachos y suena a bullicio, a gente ociosa callejeando y compartiendo ciudad y bandera. Desde Madrid abre los cajones donde guarda la esencia de sus viajes y el sabor de la infancia la devuelve a la casa familiar, al zoco que se comía a zancadas, a esta Siria sensorial que atrapó para siempre en su memoria.

Hoy Damasco no huele a especias sino a pólvora, no suena a risa sino a llanto, no siente hermandad sino odio. El zoco que la niña olía en sus paseos hoy está vacío de vida, es un recuerdo en blanco y negro. "Cuando veo las imágenes en televisión de los sitios en los que he estado siento un escalofrío. Descubro el mercado desierto y pienso que algo grave tiene que estar pasando para que esté tan vacío", asegura a ELMUNDO.es Milena Jarjour, dibujante española de origen sirio que ha dedicado parte de su obra a retratar el país.

En cada uno de los viajes al lugar donde vive su padre y su familia Milena atrapó sus recuerdos, como si presagiara que el día que vuelva, ya nada será como lo ilustra su memoria. Ya no recuperará esa atmósfera pueril. En su última visita dibujó en su bloc de artista una Siria todavía virgen de bombas, en la que "todo el mundo convivía, antes de que la guerra lo dinamitara todo".

Sus cuadernos son una especie de Persépolis de mirada infantil y por eso certera. Muchos la comparan con Marjane Satrapi, la dibujante y cineasta que retrató la sociedad y la historia de Irán en este referente del cómic que inspiró después la conocida película. Aunque curiosamente Milena conoció la obra de la iraní mucho después. "La descubrí porque me decían que mis diseños tenían el mismo estilo. Me leí Persépolis en el metro, casi lo devoré", relata la que se inspiraba en las ilustraciones de Shaun Tan, "capaces de transportarte a mundos apocalípticos y la vez aportar un rayo de optimismo y esperanza".

El Persépolis sirio

Como en el cómic iraní, sus cuadernos, oníricos e íntimos, "más coloquiales que artísticos", dibujan la Damasco prebélica a través de anécdotas cotidianas, trazadas en bares o sitios públicos, "donde realmente pasan las cosas". Conversaciones, pequeños detalles que son los que cuentan la historia de un país. Explica Jarjour que "esta era una manera de atrapar una infancia que llevaba tiempo sin sentir. Los sitios que recordaba de pequeña parecían sueños". Cuando Siria era canela, risas y pimienta.

A sus 28 años esta Satrapi española disfruta sobre todo dibujando historias para niños, porque recuerda "los cuentos que tenía de pequeña", los que la acunaban en sus noches. "Creo que son una buena vía para educar a través de la imagen y de transmitir un mensaje", dice. Los niños de Siria hoy no leen cuentos. Sus nanas de insomnio chirrían en la pesadilla de la guerra.

Jarjour el arte lo lleva en los genes. Empapó su sangre en óleo en el estudio de su padre y su abuelo, escritor, le inculcó el valor de la palabra. Aunque como todos en Siria, la visten de adjetivo para sortear a la policía del pensamiento. "Siempre le digo que escriba todo lo que pasa para contármelo después", dice. Una de las conversaciones familiares acabó con un candado en las redes sociales de los interlocutores. Desde entonces padre e hija hablan a través de metáforas en las que él le cuenta a ella a qué huele y suena Damasco hoy. Las nubes llueven piedras. Mensaje captado.

"Me cuenta historias bonitas y duras. Relata lo que ocurre a través de detalles cotidianos en apariencia banales, pero a veces son tan metafóricas que dan casi miedo porque mi imaginación se desborda", asegura.

"Una película de terror"

"Se está rodando una película de terror y ningún hombre es capaz de pararla, ni siquiera de cambiar una frase del guión. La realidad está agujereada. Lo peor es el silencio". Palabra de padre.

A Jarjour le admira cómo la gente intenta continuar con su vida mientras respira cenizas. La vida sigue aunque la amenaza de la pólvora pese sobre sus cabezas. "Ahora que afuera se ha recrudecido apenas salen de casa", confiesa.

Milena intuye que la imagen que se da fuera de lo que está pasando en el país no se ajusta del todo a la realidad. Cuando suenan los cañones ya no hay un bueno y un malo, un culpable y una víctima. "Se trata de un conflicto entre suníes y chiíes guiado por los intereses políticos de los países en los que son mayoría unos y otros", dice.

La última vez que Milena fue a Siria estuvo en casa de su abuela, ahora desaparecida. Se entendían por gestos, pues una no habla inglés y la otra tampoco árabe. "Hoy todo el mundo sufre, unos y otros, moros y cristianos", dice. El epílogo de su Persépolis acaba con un dibujo de dos mujeres, una cubierta y otra destapada. Alá y Dios llorando de la mano por la sangre derramada.
Raquel Villaécija 


Milena Jarjour  nacio en  Ciempozuelos ( Madrid ), tras varios años se trasladó a Valdemoro para llegar hace cinco a Pinto. Cuando ella tenía 13 años, su padre, de origen Sirio, decidió volver a su país con lo que durante un tiempo perdió el contacto con él. Para entonces ya le había picado el gusanillo del dibujo ganando a los 10 años su primer certamen en Valdemoro y, ya en 2003, recibió el primer premio del concurso de carteles para las Fiestas de la Virgen del Consuelo de Ciempozuelos. El más importante sería el de 2007, cuando también se alzó con el concurso de cuadernos de viaje en Valdemoro. “El premio era un viaje de Interrail para seis personas. Estuvo muy bien aunque el segundo día me robaron todo lo que llevaba”, recuerda entre risas.

En 2009 decidió dar el paso y visitó junto con una amiga a su familia siria: “Fue bordado ir ese año porque mi abuela se murió justo después de que yo fuera. Lo mejor fue recordar el olor de su comida”. En aquel libro de viaje Milena, a través de sus particulares dibujos, describió los colores y particularidades de una sociedad por entonces única. “Es cierto que no se podía hablar del presidente, pero se estaba bien. Convivían un montón de religiones, era un país tranquilo en el que podíamos andar en tirantes sin miedo”, matiza.

Su intención, sin embargo, estaba lejos de la crítica: “Yo no quería retratar monumentos sino las pequeñas cosas y actitudes de la gente que en ese momento me interesaban a mí. Me gustan porque me acuerdo de las cosas que nos pasaron, pero hay muchas que la gente no entenderá”.

El 26 de enero de 2011 estalló la cruenta Guerra Civil Siria que todavía asola al país y enfrenta al actual gobierno de Bashar al-Asad con los diversos grupos rebeldes que tratan de derrocarle. Las comunicaciones, obviamente, están controladas al milímetro. “En el primer email que escribí a mi padre le preguntaba claramente por la guerra y le cerraron hasta el correo electrónico”, comenta . Para evitar la censura, padre e hija se escriben en clave y a través de anécdotas que “muchas veces políticamente no entiendo, pero asustan”.

Milena recuerda especialmente un email llamado “La noche de los erizos del desierto”: En el pueblo de Homs donde reside su padre, una noche comenzaron a aparecer cientos de erizos por el desierto. Los niños, nada más verlos, salieron corriendo con cubos para capturarlos y comerlos al día siguiente. “Fue la primera vez que mi padre se dio cuenta del hambre que pasa la gente. Hay tantas personas necesitadas que siente una gran impotencia por no poder hacer nada”.

Pese a todo tiene una visión particular de lo que allí ocurre. “Creo que no se cuenta todo, que sólo se da una versión. ¿Quién ha armado a los rebeldes?” Lejos de los convencionalismos, Milena trata de ajustarse a la realidad de lo que escucha y siente para reflejarlo así en todos sus libros de viaje.
Raúl Martos Martínez

http://www.elmundo.es/albumes/2013/08/29/cuadernos_sirios_milena_jarjour/
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