Acerca de nosotras ·

martes, 24 de junio de 2014

Donna Haraway


Donna Haraway nació el 6 de septiembre de 1944 en Denver, Colorado, actualmente es profesora del programa de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, Santa Cruz, EE.UU. Es la autora de «Primate Visions: Gender, Race, and Nature in the World of Modern Science» (1989), «Simians, Cyborgs, and Women: The Reinvention of Nature» (1991) -un destacado texto en la teoría de las políticas del ser post humano, el ciborg, y la interacción hombre máquina- y «Testigo_Modesto@Segundo_Milenio. HombreHembra©_Conoce_Oncoratón®» (1997).

Haraway se graduó en Zoología y Filosofía el año 1966 en el «Colorado College» obteniendo la beca de la fundación Boettcher. Vivió en París un año estudiando filosofía de la evolución con una beca Fulbright antes de completar su doctorado en el Departamento de Biología de Yale en 1972. Escribió su tesis sobre las funciones de la metáfora en la configuración de la investigación en biología del desarrollo en el siglo XX.

Haraway ha enseñado estudios de la mujer y «Ciencia General» en la universidad de Hawái y en la universidad Johns Hopkins. En septiembre de 2000, Haraway fue premiada con altos honores por la «Society for Social Studies of Science», con el premio J.D. Bernal, por una vida de contribuciones en el campo. Haraway es la principal pensadora acerca de la relación amor/odio entre personas y máquinas. Sus ideas han detonado una explosión de debates en áreas tan diversas como en primatología, filosofía y biología del desarrollo (Kunzru, 1).


Donna Haraway una de las autoras que examina explícitamente la noción de experiencia y que se presenta como adherente al pensamiento posmodernista.
La lectura de Haraway no es tarea sencilla porque su argumentación, estrategias, intereses y áreas de formación son diversos. El haber obtenido una triple especialización en Zoología, Filosofía y Literatura da cuenta de sus múltiples incumbencias y de la amplitud de su espectro de conocimientos que va desde su atracción por las células y los organismos hasta el manejo de las metáforas.
Haraway indica cómo fueron impactando en ella las ideas y tesis de las teóricas feministas que la precedieron. En un primer momento, cuando su escritura estaba más ligada a la biología y desde una posición feminista socialista eurocéntrica estadounidense, consideró a las mujeres como no marcadas. Pero al comprender que los conocimientos son conocimientos situados, fueron apareciendo las múltiples marcas que las teóricas afronorteamericanas se encargaron de señalar, al igual que las que provienen de las denuncias de las post-colonialistas y las tercermundistas. Haraway advierte que puede hacerse una lectura chata del concepto de situación, a la que se opone. Cuando nos habla de la situaciónse refiere no sólo a un lugar desde el cual se habla, por lo que referirse al “punto de vista” no es una metáfora adecuada para lo que quiere expresar, sino al espacio, en el sentido que a este le atribuyen quienes se dedican a la geografía10 (Haraway, 2000: 71) En su antología Ciencia, cyborgs y mujeres encontramos un artículo dedicado expresamente a la exposición sobre el concepto de experiencia titulado “Leyendo a Buchi Emecheta: pugnas por la `experiencia de las mujeres’ en los estudios sobre la mujer”. Allí aclara que como responsable de enseñar “Asuntos metodológicos en el Estudio de la Mujer”, un curso obligatorio, debía considerar la construcción de la “experiencia femenina” en las aulas, pues la veía afectada por distintos aspectos políticos, de poder y de hegemonías.
  En el caso de los estudios sobre la mujer, la pedagogía resultaba para ella una técnica política y teórica en la que la “experiencia de la mujer” se construye como objeto de conocimiento y de acción. Así el concepto de “experiencia de la mujer” equivale en Haraway al de “conciencia de la mujer”. (Haraway, 1987a: 186)
Haraway sostiene que los discursos de la teoría feminista y el estudio crítico del discurso colonial se intersecan y se necesitan mutuamente. El binomio personal y político de la teoría feminista estaría “determinado” por el binomio local y global de los estudios post-coloniales.
El concepto “experiencia de la mujer” se abre en dos ramas “local” y “global” y cada uno de ellos a su propia la vez sigue bifurcándose en “personal” y “político”.
En ese mismo ensayo acerca de las posibles lecturas de Buchi Emecheta, escritora, madre, inmigrante, independiente, africana, Ibo, insiste en que lo global tiene que ser considerado al mismo tiempo que lo local, del mismo modo que lo que sucede con la apreciación de lo personal y lo político. Las dos parejas binarias se muestran indisolublemente unidas al intersecarse ambos discursos, el feminista con el postcolonial, que grafica en un árbol o mapa el que se puede continuar bifurcando.
El feminismo cyborg de Haraway, construido a través de estrategias retóricas como la ironía, resume su posición respecto de la fusión de los intereses políticos y epistemológicos de una postura feminista.
Haraway defiende políticas y epistemologías de la localización, del posicionamiento y de la situación, en las que la parcialidad y no la universalidad es la condición que permite lograr un conocimiento racional. La objetividad feminista resulta una objetividad encarnada, que provee conocimientos situados y a partir de un posicionamiento crítico. Así sólo una perspectiva parcial promete una visión objetiva.
Esta pensadora une conocimiento a política, y afirma que la alternativa al tan temido relativismo de la filosofía autoritaria, está representada por los conocimientos parcialesocalizables y críticos que admiten la posibilidad de conexiones denominadas solidaridad en política y conversaciones compartidas en epistemología.
“Las versiones de un mundo `real’ no dependen de una `lógica del descubrimiento’, sino de una relación social de `conversación’ cargada de poder. El mundo no habla ni desaparece a favor de un amo descodificador. Los códigos del mundo no están quietos, a la espera de ser leídos. El mundo no es materia prima para la humanización […] (Haraway,1993: 135)
Según Haraway el relativismo es una manera de no estar en ningún sitio mientras se pretende al mismo tiempo estar en todas partes. Así afirma que la “igualdad de posicionamiento es una negación de responsabilidad y de búsqueda crítica. El relativismo es el perfecto espejo gemelo de la totalización en las ideologías de la objetividad”
El estilo pasional y provocativo de Haraway sumado a la originalidad de su propuesta la ha convertido en un ícono del pensamiento feminista. La posición posmoderna que asume es una muestra de cómo la adhesión al posmodernismo no implica automáticamente la aceptación de un pensamiento post-estructuralista, ni quedarse en una deconstrucción que deje un vacío de sentido. Contra las fronteras tradicionales que separan las distintas disciplinas alega en favor de la superación de campos entre la ontología y la epistemología.
Ana María Bach  en El rescate del conocimiento,TEMAS DE MUJERES -Revista del CEHIM -Año 6 – Nº 6 - 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HH

Más