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sábado, 19 de julio de 2014

Mujeres en Ecuador- siglo XVIII


Siendo consciente de que el feminismo es un internacionalismo y que como cadena, su fuerza es la del eslabón más débil, según Amelia Valcárcel, me veo en la necesidad de trasmitir los conocimientos que sobre las mujeres de Ecuador he ido adquiriendo con la idea de alentarlas en su proceso de empoderamiento y creación de sus propias identidades ajenas a los mandatos patriarcales. Hay la dificultad de ser española y formar parte en algún sentido del grupo opresor más fuerte que ha existido en este país, en cuyo seno seguramente he tenido acceso a beneficios injustos.
Como outsider, también, no soy la persona adecuada para trasmitir las luchas feministas de las mujeres de aquí, pues no puedo entender los mecanismos que las han movido.
Además en Ecuador han existido y existen una multitud de tipos de mujeres en las que las desigualdades se han podido sumar y multiplicar de forma interseccional y esas realidades solo ellas nos las pueden trasmitir.

Desde aqui queremos  mostrar el importante papel de la mujer en el siglo XVIII tanto en el ámbito privado como público. 

Mujeres en Ecuador- siglo XVIII
No es posible comparar si quisiéramos hacer un retrato en torno a 1750 a las mujeres descendientes de los colonizadores con las esclavas de las que ellas mismas se servían. No podemos entender la relación entre Manuela Sáenz y sus dos esclavas, que parece le ayudaban en sus luchas políticas. Nada tampoco que ver estas mujeres con las indígenas y las mestizas que vivían en clases sociales intermedias. Bien distinta, igualmente, es la situación de las afrodescendientes
No obstante hay una cuestión que trasversaliza a todas ellas y  que es su valiosa aportación a la sociedad, con sus trabajos en el ámbito privado al que aportaban multitud de hijos y cuidados y las abundantes incursiones en el mundo público, ya fuera por viudedad o simple necesidad de subsistencia.
Sabemos que desempeñaban multitud de trabajos  formales e informales y ocupaciones, que estaban insertas en la economía como prueban todos sus contratos mercantiles, sus relaciones con la justicia, sus pagos de impuestos…
Las podemos ver en ese momento histórico pleiteando frente a sus dueños por su libertad si eran esclavas o en estas ocupaciones o trabajos:
 MUJERES CRIOLLAS
Productoras de frutos de la tierra
Productoras de aguardiente
Rematadoras de impuestos y diezmos
Enfermeras y asistentes en hospitales
Pequeñas productoras de dulces y alimentos
Empleadas domésticas en el Estado y en la iglesia
Tenderas
Chicheras
Estanqueras
Lavanderas

 MUJERES INDIGENAS
Agricultoras
Trabajadoras en las mitas
Productoras de lana para la fabricación de textiles
Hilanderas y tejedoras
Artesanas
Curanderas y shamanas
Servidoras domesticas

MUJERES DE LAS CASTAS*
Adivinas, sortílegas y brujas
Pescadoras de chautisa
Esclavas
En roles sociolaborales

Estaban también insertas en actividades mercantiles con las siguientes ocupaciones:
-en gremios de productores y comerciantes en la Sierra
Mercaderas
Pulperas (vendedoras minoristas)
Graneras y panaderas
Carniceras y bolsiconas (mujeres que en su atuendo tenían grandes bolsos para guardar el dinero, pues eran vendedoras)
Proveedoras de ganado
Gateras (con pequeños puestos en las esquinas llamados gatos) y regatonas
-en actividades mercantiles en Guayaquil
Cultivadoras de cacao
Importadoras de ropa y otros efectos
Exportadoras de cascarilla
Distribuidoras de mercancía dentro del país
A nivel minoritario en Ecuador y ese mismo momento de 1750 había
Mujeres que gestionaban mayorazgos,
Encomenderas,
Obrejeras (controlaban los obrajes, centros de producción textil) 
Titulares de cacicazgos (cargo de poder político en grupos indígenas)
Fundadoras de conventos y monjas de distinto rango.

Toda esta era la aportación social a pesar de terribles leyes que las consideraban menores de edad y de que en algún caso tenían que pleitear frente a sus maridos, en el caso de que quisieran separarse de ellos, para retomar el control de las propiedades por ellas aportadas al matrimonio.
Es escalofriante, desde nuestros días leer la demanda en un juicio de un hombre frente a su mujer que se ha refugiado en un convento con sus hijas debido al maltrato a ella y a su prole que este le infringía:
“que exige la devolución de sus dos hijas porque le pertenecen, por tener en ellas como padre legítimo y natural el señorío y derecho de patria potestad el cual es en tanto grado que pudiera por necesidad de hambre empeñarlas y aún matarlas para alimentarme de sus carnes en caso de que por necesidad de hambre fuera preciso “ 1
Estamos hablando de una sociedad patriarcal que consideraba que la mujer no tenía derecho al descanso, a la pereza, al juego, a la diversión. Se formaba a la mujer desde la más tierna infancia para realizar las tareas domésticas en el hogar.
El destino de la mujer venia justificado por el mandato divino dado a Eva, según el mito cristiano, que hace a la mujer acreedora de multiplicidad de dolores, sufrimientos en el embarazo y subordinación universal al marido. Según esta concepción se otorgaba al hombre la propiedad de las mujeres de su familia lo que hacía que la sociedad estuviese atravesada por graves problemas de violencia de género que eran considerados un tema privado de acuerdo con el inmenso poder que otorgaba esa sociedad al padre de familia.
Se daba igualmente la explotación de mano de obra infantil, en trabajos muy superiores a sus actividades .Nos encontramos con niñas de escasa edad, en las casas de las familias de terratenientes, como criadas de otras niñas, ayudantes en las tiendas, pulperas, en el trabajo agrícola y en otros negocios.

No se tenía consideración a las mujeres y niñas en el servicio doméstico, dormían sobre esteras, comían las sobras y eran en ocasiones abusadas sexualmente
“una indígena joven, de buen ver, aseadita y agenciosa en su trabajo, apareció colgada de la viga del techo de la cocina a sus dieciocho años, en un suicidio que demostraba las claras que no podía soportar los sufrimientos humillaciones y violaciones constantes a las que era sometida por parte del patrón y de sus jóvenes hijos. Este hecho levanto voces de protesta…
Ninguna investigación oficial se realizó, no era más que una mujer indígena…”2
Además de esto las niñas debían ayudar en los hogares, en las actividades cotidianas de elaboración de comidas,  arreglo de la casa , cuidado de las hermanas y hermanos más pequeños, de los animales domésticos, lavado de la ropa y en las labores agrícolas y de artesanía.
Duras y largas jornadas eran las que tenían que soportar las mujeres negras, indígenas y mestizas en general. Debían levantarse antes de la salida del sol para hacer los arreglos de la casa, en los obrajes trabajaban desde las 6 de la mañana a la 6 de la tarde, pero en el trabajo doméstico podían hacerlas trabajar hasta en las noches . Algunas como las marchantes o mercaderas debían recorrer largos y difíciles caminos.  Muchas vendedoras cargaban a la espalda a sus criaturas mientras trabajaban bajo el sol o la lluvia a la vez que las niñas o niños aprendían sus roles, que eran casi inhumanos.


*La sociedad de ese entonces estaba altamente jerarquizada. Es decir, existían varios grupos sociales que terminaban “clasificando” a las personas en tal o cual “categoría”. 
Esta diferenciación se hacía con base en tres criterios: primero, el racial, que clasificaba oficialmente a las personas en blancas, negras, indias y mestizas; segundo, el urbano, que diferenciaba a los habitantes de la ciudad respecto a los de los campos; y por último, uno de estirpe y riqueza que distinguía a los nobles respecto a la llamada plebe. 
Estas distinciones generales estaban acompañadas de discriminaciones. Por ejemplo, las que distinguían en el seno de las castas al “negro levantisco”, al “indio bruto”, a la “vil plebe” y a la “mulata alegre”; las que discriminaban por clase a los “blancos pobres”; y las discriminaciones combinadas de género y clase que permitían nombrar a “negras levantiscas”, “mulatas alegres” o “indias sucias”. A todo eso se agregaban las escisiones internas entre los grupos sociales que permitían la exhibición de atributos de superioridad: blancos pobres y ricos, indios de resguardo y desarraigados, señores étnicos y mulatos, pardos o zambos.(http://www.colombiaaprende.edu.co/html/productos/1685/articles-200229_sociedad.pdf )
 Gracia a Elsa Cobo Castro

 Bibliografía
1-Londoño López Jenny. Propietarias y Trabajadoras .Las mujeres en la economía colonial de Quito 2009.Secretaria de Pueblos movimientos Sociales y participación ciudadana
2-Serrano Reyes Nelson. Ana de Peralta, semilla de la organización de mujeres, 2013 GAP PICHINCHA, GAP AMBATO.
Costales P. Marcela Mujeres patriotas y precursoras de la libertad IECAIM 2009 Quito 


http://www.colombiaaprende.edu.co/html/productos/1685/articles-200229_sociedad.pdf

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