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viernes, 8 de enero de 2016

Amazonas: guardianas de la vida y la dignidad


Durante siglos nuestra madre tierra nos ha albergado, nos ha brindado lo necesario para la pervivencia como pueblos y hemos entendido que hacemos parte integral de este planeta y, en retribución, hemos de cuidarla, respetarla y protegerla, porque ella es el legado para nuestras futuras generaciones.
A pesar de nuestros esfuerzos por mantener esta concepción de conservación y protección, la madre tierra se encuentra constantemente amenazada. Durante miles de años las mujeres indígenas hemos tenido que sufrir cambios sociales, políticos, económicos y administrativos, así como también culturales y ambientales. Cambios que en su mayoría son negativos para nuestro bienestar, el de nuestras familias y comunidades, como lo es el cambio climático. 

Actualmente se habla mucho sobre este tema y estudios científicos demuestran que los bosques lluviosos del Amazonas central están experimentando grandes cambios en su dinámica y composición de especies, producto de los altos niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, que aumentan cada día; han hallado también que la mayor concentración de los diferentes gases contaminantes se encuentran en el océano y que, cuando hay amplias extensiones de cultivos, la tierra emite grandes cantidades del llamado dióxido de carbono. 
Además, y en vista de que la superficie forestal mundial se reduce cada año a causa de la deforestación, tenemos presencia de huracanes con mayor intensidad y frecuencia, la extinción de fauna y flora, el aumento del periodo de sequías, inundaciones, olas de calor, detrimento de los glaciares, aumento de incendios forestales, entre otras muchas consecuencias, sin nombrar los efectos que todos estos factores causan en el ser humano. 

Las mujeres indígenas no somos ajenas a estas causas y consecuencias, ya que las padecemos directamente. Es en nuestros suelos que se buscan los recursos naturales, donde - con el pretexto de ampliar las fronteras agropecuarias y la colonización- se talan árboles, se queman bosques y se explota a cielo abierto la minería. Entonces, cuando queremos recoger los frutos de esos árboles, cuando nuestros hombres van a cazar, a pescar o a buscar los materiales para la construcción de nuestras viviendas, o cuando nuestros hijos van a jugar al río, nos encontramos con una desolada verdad: ya no están los recursos o se encuentran destruidos, y parte de nuestro sustento alimenticio y de vida se ha perdido. 

Cuando salimos de casa nos encontramos con la destrucción de hábitats por la contaminación y por la aspersión con químicos, ya sea para la erradicación de cultivos ilícitos o fumigaciones para el control de plagas de los monocultivos lícitos, y nos enfrentamos a enfermedades tales como deformaciones genéticas, problemas de piel, contaminación de las aguas, problemas gastrointestinales, dengue, fiebres y hasta cáncer, y muchas de nosotras -por no decir la totalidad- no contamos con la atención médica adecuada y tenemos que sufrir las consecuencias. 

Nuestros estilos de vida se ven afectados y se nos dificulta tener mayor certeza para predecir los ciclos naturales, los cuales son de vital importancia para nosotras y nuestras comunidades. A través de ellos sabemos cuándo sembrar, cuándo tendremos las cosechas, cuándo hay subiendas, conocemos las épocas de caza y reproducción de los animales, y sabemos cuándo los ríos son transitables. Nos enfrentamos con mayor frecuencia a sequías o inundaciones, fuertes olas de calor o frío, que nos afectan como humanos y que ponen en riego nuestra pervivencia como pueblos indígenas; nuestro calendario ecológico se ha descontrolado, al igual que el sistema planetario, por causa del cambio climático.
Bernardita Remuy


El 12 de octubre del 2013 casi 150 mujeres de siete nacionalidades indígenas se encaminaron en una marcha por la vida. Un trayecto de 219 kilómetros las trajo a Quito para pedir al Gobierno nacional que respetara sus territorios ancestrales, y que se abstuviera de explotar el petróleo que yace bajo su kawsak sacha, su selva viviente. 
Cuatro días más tarde, el 16 de octubre del 2013, llegaron a la capital con sus niños en brazos, sus caras de ángulos definidos decoradas con diseños de tinta vegetal, con la misma fuerza y determinación con la que empezaron su camino. Si bien las mujeres siempre han jugado un rol activo en las marchas históricas que han marcado la lucha por los derechos de los pueblos indígenas en el Ecuador, esta fue la primera caminata organizada y liderada por mujeres. Como madres, creadoras de vida, las mujeres de la Amazonía sienten la responsabilidad de liderar la lucha contra la extracción petrolera y la destrucción de la pacha mama. A pesar de que la opinión pública celebró el temple y la fuerza de las mujeres amazónicas durante la marcha, el Presidente Rafael Correa se negó a escucharlas.


El 28 de noviembre del 2013, una delegación más pequeña de las mujeres amazónicas llegó a Quito para manifestarse en forma pacífica en contra de la Décimo Primera Ronda Petrolera, durante la cual se subastaban seis millones de hectáreas de territorio indígena. En medio de la confusión de la protesta, uno de los manifestantes amenazó con su lanza golpeando la cabeza del empresario. El Presidente Correa aprovechó este incidente para tachar a los movimientos indígenas de peligrosos y violentos. A pesar de este incidente y de las acciones del Estado, las mujeres amazónicas continúan luchando por la defensa de la vida en sus diferentes territorios ancestrales. De las tierras shiwiar, a las sápara, a las cuencas de los ríos Curaray y Bobonaza, el avance de la frontera petrolera ejerce presión de diferentes maneras y ritmos. 

En algunos casos la etapa de exploración recién comienza, en otros la licitación ya se llevó a cabo y la explotación se avecina rápidamente. Pero en cada uno de los territorios, las mujeres están a la cabeza de la resistencia, utilizando sus recursos mínimos para denunciar a los líderes comprados por el dinero del petróleo y las violaciones de los procesos de consulta previa.
'Amazonas: Guardianas de la Vida' es un ensayo fotográfico que documenta la lucha de las mujeres indígenas en defensa de la Amazonía ecuatoriana, a través de una serie de imágenes que combinan sus retratos, testimonios escritos y expresiones artísticas. El ensayo es el resultado de conversaciones y talleres de fotografía, escritura, y pintura. Los textos sobre las imágenes son auto reflexiones de su vida, cultura, historia, tradiciones, y las razones para la lucha contra la extracción petrolera en sus tierras ancestrales.
Felipe Jácome, para EL COMERCIO www.felipejacome.com
*Felipe Jácome es fotógrafo documental y tiene estudios en Economía por la Johns Hopkins y la London School of Economics. Su trabajo está enfocado en movilidad humana y derechos humanos.

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