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martes, 16 de enero de 2024

Anita Sirgo emblema de la lucha obrera y antifascista

Anita Sirgo en 1962, rasurada, tras las torturas del capitán Caro.

Ana Sirgo Suárez, conocida como Anita Sirgo, (El Campurru de Lada, 20 de enero de 1930- Langreo, 15 de enero de 2024 )​ es una militante comunista española. Tuvo un papel muy activo durante la Huelgona de 1962, colaborando de manera destacada para que tuviera éxito. Es considerada un emblema de la lucha obrera y antifascista.

Anita Sirgo, es la histórica protagonista de las huelgas mineras del 62. Hija de "fugao" y de presa política, mujer de represaliado y sobrina de fusilado, Ana es una legendaria comunista asturiana, militante del PCE y de IU, y la prueba fehaciente de las torturas que el fallecido Manuel Fraga negó que se hubiesen producido durante las huelgas mineras de 1962 en Asturias.

En Anita se muestra la fuerza de la resistencia, el tesón y la lucha por poner fin a las injusticias que marcan su trayectoria vital. Militante del PCE, Anita es  la memoria de las mujeres que, sin haber podido ir a la escuela, frenaron los abusos de poder de la dictadura franquista en las Cuencas.

Anita es recordada junto a la inolvidable Tina de La Joécara por su participación en las huelgas mineras de los años sesenta del pasado siglo. A finales de los años cincuenta, cuando surgen los movimientos sociales, mujeres como Anita trabajan imprimiendo octavillas caseras. Pertenecen al Partido Comunista y están organizadas, reparten octavillas y las llevan a los dirigentes de fábricas y minas para su reparto. Las mujeres tuvieron en la huelga de la minería el 62 un papel muy importante. Como dice Anita "veían que la huelga se alargaba y corría el peligro de ser rota por los esquiroles".

Ellas no esperaron más. Mujeres y madres con maridos e hijos en huelga, de Lada, de La Nueva, de la Joécara… Deciden salir al "relevo" de las seis de la mañana. Nadie faltó a su cita. Ni el temor ni la represión las mantuvieron en casa. Van pacíficamente. Sus únicas armas son unos palos de madera y maíz para tirar a los esquiroles y llamarles gallinas.

Ellas cortaron el acceso al pozo María Luisa, al Fondón y Modesta, los cruces de las carreteras de Lada y Mieres. Pocos mineros llegan a los pozos y al verlas se van, otros dan la vuelta por el camino. La unión de las mujeres impide que la Guardia Civil las detenga. “Sabíamos que cuantas más fuéramos más fuerza hacíamos y menos podían con nosotras. Por eso gritamos que nos llevaban a todos o a ninguna. Viendo la resistencia no detuvieron a nadie”, recuerda Anita. La huelga duró dos meses y no hizo falta usar los palos. Sólo el maíz. La represión posterior fue brutal.

Anita Sirgo fue una militante obrera durante las huelgas mineras de los años 60 que marcaron un punto de inflexión en la oposición al franquismo. Las torturas que sufrió y el rapado del pelo provocaron protestas de los intelectuales españoles. Nunca abandonó la militancia y aún sigue cabreada por las injusticias sociales y el retroceso en las luchas.




Lanzó maíz a los pies de los esquiroles, y los esquiroles se dieron la vuelta. “Lo hacíamos para llamarles gallinas”, explica Anita Sirgo . Eran las huelgas mineras del 62, en Asturias, los trabajadores habían pasado un mes de penurias y algunos querían volver al trabajo, movidos por la necesidad. De esta manera, maíz mediante, la huelga se alargó y consiguió sus objetivos.

Sirgo cuenta esta historia en la cocina del humilde piso donde lleva viviendo casi 70 años, en el barrio obrero de Lada, Langreo, un conjunto de edificaciones obreras con fachada de baldosa en uno de los corazones de la cuenca minera. Cuando llevamos, bajo el cielo gris típico de estos valles, cae esa lluvia ligera y desganada que los asturianos llaman orbayu. Se respira cierta tristeza en la cuenca.

En casa de Sirgo hay fotos de Carrillo y Pasionaria, que la visitaron, y, sobre la mesa, un cenicero dorado y macizo con una hoz y un martillo que reza: Partido Comunista de España. “Yo no engaño a nadie”, bromea mientras enseña su nutrida colección de carnets del PCE. “Oye, si llego a saber que venís a estas horas os preparo fabada”.

En los años de las huelgas Sirgo, organizó grupos clandestinos de mujeres que apoyaban a sus maridos e hijos en los conflictos que iban menudeando después de la guerra.

Repartían pasquines, recolectaban ayuda en forma de alimentos, transmitían mensajes, un gran esfuerzo de organización en una época en la que, como esta mujer recuerda, aún no había teléfonos móviles. Las condiciones laborales de los mineros eran pésimas: “Mi marido trabajaba toda la semana con la misma ropa mojada, la silicosis afectaba a los más jóvenes. Solo queríamos mejores condiciones, jabón, agua caliente, toalla, ropa de trabajo”, recuerda, “y las conseguimos, pero luchando mucho”.


Para muchos, la huelga del 62, que comenzó con la sanción impuesta a siete picadores del pozo Nicolasa y se extendió durante dos meses a 60.000 trabajadores, incluso por otras provincias y con repercusión internacional, supuso un punto de inflexión en la lucha por las libertades durante la dictadura franquista que acabaría desembocando en la democracia.

La llamaron la Huelga del Silencio y dijeron que “hay una luz en Asturias que ilumina a España entera”. Hasta Pablo Picasso pintó una lámpara minera en solidaridad. José Solís, ministro-secretario general del Movimiento y la llamada “sonrisa del Régimen”, se vio obligado a negociar directamente con los huelguistas.

Sirgo es un símbolo de la lucha que se dio en esas cuencas,

Debido a sus actividades clandestinas y huelguísticas, Sirgo acabó dando con sus huesos en el calabozo del cuartel de la Guardia Civil de Sama, con su compañera Tina Pérez. Aunque tiene maneras de abuelita amable, aún se enciende cuando lo recuerda.

“Allí nos pusimos a dar en los muros con los tacones, oímos las palizas que les daban a los hombres, abrimos el ventanuco y empezamos a gritar para que nos oyeran los vecinos que paseaban en la calles alrededor del cuartel”, recuerda, “los policías entraron como lobos y nos dieron patadas y puñetazos hasta que nos callamos. Ahí me dejaron sorda de un oído”. Dijo que estaba embarazada, para evitar la paliza. “Mejor, un comunista menos”, respondieron los guardias.

Luego les interrogaron, tratando de que delataran a otros cabecillas mineros, pero no cantaron. “Si hubiésemos hablado hubiera caído medio Langreo”, dice, “aunque entiendo a los que flaquearon: se sufría mucho allí dentro”. A cambio, los policías les raparon el pelo. “Luego nos dijeron que lleváramos pañoleta, para que la gente no viera lo que nos habían hecho, pero nos negamos”. Así que las llevaron a la cárcel de Oviedo, hasta que el pelo volvió a crecer.

Las huelgas, en general, las mujeres rapadas y la brutal represión, en particular, generaron una ola de solidaridad en España. Casi 200 intelectuales presentaron una carta de denuncia para Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, firmada por Tierno Galván, Gabriel Celaya, José Bergamín, Juan Goytisolo, Fernando Fernán Gómez, José Manuel Caballero Bonald entre otros.

Denunciaban torturas, castraciones, secuelas psiquiátricas, muertes en los calabozos. Posteriormente Sirgo fue una de la personas que se sumaron a la querella presentada en Argentina contra los crímenes de la represión franquista. Quiere que su torturador, el capitán Caro, se siente en el banquillo de los acusados.

En su vejez, Sirgo sigue activa contando su historia, manteniendo viva la memoria, recibiendo homenajes. Dice que durante años preparó la mejor fabada que se servía en las famosas fiestas del Partido Comunista, en Madrid. Ahora la situación le enfada: lamenta que el ciclo de protestas contra la crisis haya desaparecido de las calles.

“Nosotros luchamos y conseguimos cosas, y eso que teníamos una pistola detrás. Ahora no hay pistola, pero quieren quitárnoslo todo, y parece que tenemos que empezar desde cero. Eso me revienta”.


 Agradecemos el texto de Sergio C. Fanjul

http://www.lasexta.com/tribus-ocultas/artes/anita-sirgo-nosotros-luchamos-conseguimos-cosas-franquismo-eso-que-teniamos-pistola-detras_2017091959c0ca6a0cf2784e0591a870.html
http://pcesoria.blogspot.com.es/2012/12/la-historica-comunista-asturiana-anita.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Anita_Sirgo
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viernes, 18 de agosto de 2023

Nuria Varela periodista y política feminista

Nuria Varela Menéndez (Turón, Mieres,  18 de agosto de 1967) es una escritora y Periodista. Experta en Feminismo radical [cita requerida] y violencia de género, profesora y reportera española. Fue Directora del Gabinete de la ministra, Bibiana Aído, participando en la puesta en marcha para la IX Legislatura del primer Ministerio de Igualdad creado en España y nombrada Directora General de Igualdad en el Gobierno de Asturias. Es experta en información sobre conflictos bélicos con perspectiva de género y escritora de publicaciones como Íbamos a ser reinas, Feminismo para principiantes y Cansadas.

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, con un máster en Estudios Interdisciplinares de Género y máster en Género y Políticas de Igualdad entre Mujeres y Hombres, ambos por la Universidad Rey Juan Carlos. Ha trabajado en la agencia de noticias OTR, los semanarios Panorama, Interviú​ Ha colaborado en publicaciones como Meridiam, Números Rojos, Revista Europea de Derechos Fundamentales, Revista 21 y Contrapunto de América Latina, así como con la Cadena Ser.​ Es autora de los libros Feminismo para principiantes, Íbamos a ser reinas y La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad (hablando Ana Orantes un caso de violencia de género que marcó la historia de España). Ha sido profesora invitada del máster de Estudios Interdisciplinares de género de la Universidad Rey Juan Carlos y profesora invitada en el Título de Experto/a en prevención contra la Violencia de Género de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es asesora del PSOE. 2016), es  En 2016 fue directora de la editorial Hotel Papel, investigadora en la Universidad Rey Juan Carlos y docente en diversos programas universitarios de postgrado en Políticas de Igualdad y Violencia de Género.

Su actividad profesional comenzó en OTR (OTR Press - Europa Press). Tras esa primera experiencia, se incorporó al ya desaparecido semanario Panorama. Desde 1993, trabajó durante 13 años en el semanario Interviú. En 2006, hizo un paréntesis para incorporarse al equipo de desarrollo de Nuevos Proyectos del Grupo Zeta como responsable del área de contenidos. Tras ese periodo, volvió a la primera línea informativa esta vez desde el semanario Tiempo, al que se incorporó en el área de información política.​



Ha dado cobertura a la guerra de Bosnia, el sitio de Sarajevo, el Intento de golpe de Estado en la Unión Soviética en el año 1991 y los campos de refugiados croatas para el semanario Panorama. En Interviú cubrió y escribió sobre los campos de refugiados afganos en Pakistán, sobre los campamentos de refugiados saharauis y sobre la matanza de Acteal en Chiapas (México). También cubrió la Revolución Naranja en Ucrania y los feminicidios en Ciudad Juárez. Ha sido observadora en Chiapas y Libia de los campamentos civiles por la paz. Cuenta con gran experiencia en conflictos bélicos, sobre todo desde el punto de vista del activismo feminista.

Coopera con gran número de grupos y plataformas contra la violencia de género, tema sobre el que ha escrito numerosos reportajes y ensayos, así como el libro Íbamos a ser reinas donde analiza la enorme problemática de la violencia que sufren gran número de mujeres no solo por parte de sus maridos, sino por parte también del sistema judicial, político, social​ e incluso por sus propias compañeras y familias, debido al fundamento patriarcal de la mayor parte de las sociedades del mundo, y en concreto, de la occidental.

Desde 2008 desarrolló su trabajo en el ámbito institucional. Participó en la puesta en marcha del Ministerio de Igualdad creado en la IX Legislatura.7​ Primero, como Directora del Gabinete de la ministra, Bibiana Aído, formando, desarrollando y dirigiendo el equipo de asesores y el equipo de comunicación y más tarde, como asesora de la ministra. En 2019 fue nombrada Directora General de Igualdad del Gobierno de Asturias.

Desde sus cuentas de redes sociales promueve el Feminismo radical que lucha por mantener como sujeto político del feminismo a las mujeres




Obra

2003: Íbamos a ser reinas

2005: Feminismo para principiantes

2008: Martín y la pirata Candela

2012: La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad

2016: Cansadas. Una reacción feminista frente a la nueva misoginia

2018: Feminismo para principiantes (versión Ilustrada)

2019: Feminismo 4.0. La cuarta ola


https://es.wikipedia.org/wiki/Nuria_Varela

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jueves, 18 de julio de 2019

Regina Garcia Lopez artista de variedades española


Regina García López (Valtravieso, Asturias, 1898 - Madrid, 19 de mayo de 1942), también conocida como La Asturianita, fue una artista de variedades española.


Regina García, segunda de ocho hermanos, había nacido en 1898 en Valtravieso, una aldea asturiana de 25 casas y 63 habitantes. Un accidente en el aserradero de su padre cuando tenía nueve años le arrancó los dos brazos. Un asturiano que se había hecho rico en Argentina se ofreció a pagar su educación en el Colegio del Asilo, donde iban los hijos de las mejores familias de Luarca. Más tarde, propuso a sus padres adoptarla y llevársela a Buenos Aires, pero estos no aceptaron. Incluso contrató a un especialista alemán para que le implantara unos brazos mecánicos. El experimento no funcionó.

Cuando Regina cumplió los 15 años le dijeron que tenía que dejar sitio a otra niña en el colegio. Para entonces, había decidido que quería ser maestra. “La gente le decía '¿pero cómo vas a ser maestra sin brazos? ¡Olvídate! Duerme, come, reza”, relata su hijo Marcelino, de 86 años. “Poco después intentó suicidarse tirándose desde un acantilado”. Aquel día vio, en el camino de regreso a casa, a unos titiriteros con monos que cogían cosas con las patas. “Mi madre pensó: 'Si ellos lo hacen, yo también'. Y empezó a ensayar haciendo garabatos con los pies. Pensaron que estaba chiflada”. Fue la primera vez que la dieron por loca. La primera de muchas. Pero Regina iba a recorrer el mundo y a hacerse rica con aquella locura.

Debutó en el Teatro Jovellanos de Gijón, actuando para la infanta María Teresa de Borbón en 1917, y durante los años siguientes visitó 42 países de gira (Turquía, Egipto, Brasil, Argentina, Venezuela, EE UU...) con su espectáculo, siempre en teatros. Nunca quiso actuar en circos. En 1933, según recoge María Teresa Bertelloni, su nuera, en la biografía Regina García López, La Asturianita, fue recibida por el presidente Roosevelt en la Casa Blanca, adonde llegó, como era costumbre en sus actuaciones, conduciendo ella misma con los pies. El presidente estadounidense le tendió instintivamente la mano y La Asturianita le ofreció el pie.


En una de sus actuaciones, en Avilés, Regina conoció al que sería su marido, entonces, un admirador. Se casaron en 1922 y tuvieron tres hijos: María, Marcelino y Juan, este último nacido en mitad de una gira, en un barco de bandera alemana en aguas de las Azores. En 1928 se separaron. “Mi madre tenía una personalidad arrolladora. Era un cerebro y los hombres en aquella época querían ser tutores de las mujeres”, explica Marcelino. “Lo mismo que le atrajo de ella fue lo que les separó. Tengo la impresión de que mi padre se sentía desbordado por ella”.


El 27 de marzo de 1936, antes de comenzar una actuación en un teatro de Luarca, Regina quiso hablar de sí misma: “Los niños huían de mí... Obtuve las primeras revelaciones de la compasión, que hiere, que humilla. Las gentes derramaban sobre mí sus miradas piadosas. '¡Pobre manquina!', decían. '¡Y para los suyos, qué carga!'. Esto amargaba mi espíritu. Con la voluntad hecha acción, aprendí, trabajé, gané, gasté, soñé, amé y realicé, porque dentro de mi cuerpo mutilado está el alma de una mujer de cuerpo entero...”. Y a continuación, presentó su gran proyecto, Selección, con el que pretendía recaudar fondos en sus giras para pagar los estudios a chavales de aldea sin medios pero con aptitudes.

Recibió muchas críticas por aquel proyecto, como recoge Luis González Fernández en Regina, el coraje de una mujer (Madu ediciones). El semanario La Democracia arremetió contra ella por pretender educar a los niños “sin Dios”. La Voz de Asturias la elogiaba: “Es excepcionalmente culta y siente inclinación fervorosa hacia la enseñanza (...) No veáis en ella el número de varietés, ved en ella a Regina García, altruista, filántropo, apóstol”.


Es verdad que Regina era muy culta. Hablaba cinco idiomas: portugués, francés, inglés, alemán e italiano. Por eso el encargado de información del Ministerio de la Guerra, Ángel Pedrero, le propone trasladarse a Francia para espiar para la República. Regina se niega. Había llegado a Madrid poco antes de que estallara la Guerra Civil con un contrato en La Zarzuela para recaudar fondos para los niños de Luarca. Y en abril de 1937 es encarcelada en la prisión de Ventas, acusada de espiar para los franquistas.

Al caer Madrid en manos del bando nacional, el 1 de abril de 1939, Regina sale de la cárcel. Pero por poco tiempo. Para celebrar su libertad, decide ir al cine. Llevaba un vestido-capa que disimulaba su defecto y al terminar la película fue la única que no hizo el saludo fascista. “¡Brazo en alto!”, le gritó un falangista. “Yo no levanto el brazo ni aunque me lo pida el mismísimo Franco”, contestó. “Pues queda usted detenida”. El episodio lo cuenta ella misma en su diario y lo recuerda bien Marcelino: “Mi madre no se callaba nunca. Protestaba sin medir las consecuencias. Era muy temperamental”. Regina terminó mostrando al falangista que no tenía brazos y explicó que acababa de salir de la cárcel, donde la habían metido los republicanos. La dejaron marchar, pero ella vería varias veces a aquel falangista espiándola. Poco después, el Régimen le pide que colabore como soplona. Regina también se niega esta vez y es encarcelada de nuevo, ahora por los franquistas. La prisión de Ventas es ahora un penal abarrotado en el que ingresan cada día entre 80 y 100 reclusas, según recoge González Fernández en su libro. Durante su estancia será trasladada varias veces al psiquiátrico. Ella misma explica en su diario que tenía alucinaciones. “Voy perdiendo la noción de todo y los ruidos en mi imaginación son completamente distintos a lo que deben ser...”. El 5 de agosto de 1939, Regina oye llamar a 13 compañeras que serán fusiladas esa madrugada y pasarían a la historia como Las 13 rosas.


El 3 de marzo de 1942 se celebra su juicio. “Llevábamos seis años sin ver a mi madre y casi no llegamos ese día porque a mi tío le parecía un capricho gastar el dinero en que viajáramos a Madrid para el juicio”, recuerda Marcelino, que entonces tenía 16 años. El que no estuvo fue su marido.

El juicio dura ocho horas. Tres agentes franquistas la acusan de crear “una vasta organización internacional calificada por ella como Selección, de corte masón”. Falange dice que es “bastante peligrosa”. La policía militar de Madrid la considera, sin embargo, “afecta al glorioso movimiento nacional y políticamente de toda confianza, habiendo estado presa con los rojos la mayor parte de la guerra y adquiriendo su libertad el mismo día de la liberación de Madrid”. La Guardia Civil de Luarca advertía: “Muy propagandista del comunismo. Es peligrosísima para la causa ya que por su cultura se desenvuelve con mayor facilidad”. Y en el informe de Sanidad Militar se lee: “Habla en tono autoritario. Aunque perfectamente lúcida, sus contestaciones se desvían enseguida del tema principal a asuntos accesorios de que ella quiere hablar. Niega las sospechas que pesan sobre ella como espía internacional y dice que es víctima de una intriga. Los médicos que suscriben opinan que padece una parafrenia sistemática”. El fiscal pidió para ella la pena de muerte por “prestar servicios como confidente a las órdenes del subnegociado de servicios especiales del Estado Mayor Rojo”. Finalmente, fue absuelta por loca, pero enviada a un psiquiátrico.

Un año después, Regina seguía recluida en la sala de dementes de un hospital. Y allí murió el 19 de mayo de 1942. Su abogado llegó un día tarde: el 20 de mayo de 1942 pidió que le dieran la libertad total.

Los franquistas se incautaron de todos sus bienes. Marcelino cree que su madre no murió de tifus, como le dijeron, sino que fue envenenada. “En su diario había dejado escrito que temía por su vida”, explica. “No estaba loca, pero no era una mujer corriente. Yo la admiraba muchísimo, como si no fuera mi madre. Me parecía infalible”.

Regina García tenía 44 años el día que murió. Le había dado tiempo a recorrer el mundo, a enamorarse, a ser madre, a demostrarle a todos que podía hacer mucho más que comer, dormir y rezar.



http://politica.elpais.com/politica/2012/09/14/actualidad/1347652102_676897.html
http://devotee.tumblr.com/page/8
http://es.scribd.com/doc/59320921/La-asturianita-Regina-Garcia-Lopez
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sábado, 19 de enero de 2019

Shadi Ghadirian fotógrafa de Irán


Shadi Ghadirian es una fotógrafa iraní que nació en 1974. Estudió Fotografía en la Universidad Azad, en Teherán, y obtuvo el título de grado denominado Bachelor of Arts. Eligió esta carrera debido a que consideraba que la fotografía es un arte veloz con la cual podía identificarse, puesto que vivía siempre apurada. Actualmente trabaja para el museo de fotografía Akskhaneh Shahr, es editora de fotografía y administra una web especializada en fotografía que se caracteriza por haber sido la primera de Irán. Está casada con el fotógrafo Peyman Hooshmandzadeh, con quien tiene una hija llamada Leyla.

Desde que comenzó su carrera profesional en 1999 ha presentado diecinueve exhibiciones individuales en diversos lugares del mundo, como por ejemplo en Podbielsky Contemporary Gallery (Berlín) y Los Angeles County Muesum of Art (California). Desde 1997, año en el que todavía era estudiante, participó de numerosas exhibiciones grupales en una gran cantidad de países. Parte de sus obras pertenecen a colecciones públicas de diferentes instituciones.

Ghadirian trabaja series fotográficas desde 1998, cuyo tema principal es la identidad de la mujer iraní y las contradicciones que esta experimenta en un país en el que la tradición y la modernidad conviven no siempre de manera armoniosa. En todas sus fotografías, las mujeres retratadas tienen velo, aun cuando no es el elemento sobre el que pretende centrar la atención. Si bien no es el tema de su obra, la autora considera que no puede dejar de hablar de él. Esto es así puesto que en Irán debe ser usado por ley.

Su metodología de trabajo consiste en una planificación y una previsualización de las imágenes fotográficas que pretende realizar. Para ello busca inspiración en la vida diaria y solo ingresa a su estudio cuando sabe exactamente qué fotografía desea hacer. De hecho sostiene:

"... a veces pienso acerca de una fotografía y la visualizo tan completamente que imagino que ya la he tomado. […] Esto es peligroso porque más tarde me doy cuenta de que todavía tengo que sacar la foto”.

Shadi Ghadirian, Entrevista de Ruchira Gupta

Su primera serie fotográfica fue su tesis de grado, a la que llamó Qajar (1998). Este es el nombre de una familia real persa que gobernó Irán desde 1794 hasta 1925. Luego se utilizó este término para denominar al estilo que describe la vida del país en el siglo XIX, cuando gobernaba esta dinastía. Ghadirian realizó retratos de mujeres familiares en un estudio cuya decoración emulaba la de la época. La novedad de esta serie reside en la inclusión de elementos propios de la vida moderna, como latas de gaseosas, reproductores de música, lentes de sol, etc. Estas imágenes representan la lucha entre la tradición y la modernidad, la unión del pasado y el presente, la convivencia de las costumbres y las nuevas invenciones. Según la autora:

"Cuando realicé la serie fotográfica de Qajar, acababa de graduarme y la dualidad y las contradicciones de la vida en ese momento me dieron el motivo para mostrar este contraste: una mujer de la que uno no puede afirmar a qué tiempo pertenece, una fotografía de dos eras, una mujer confundida, una mujer que no está conectada a los objetos que posee"..

Shadi Ghadirian, Qajar. Like Every Day


Cabe destacar que en algunas de las fotografías los personajes dejan entrever cabello debajo del velo, signo de rebelión en la época representada.

Tanto Qajar como sus demás series, Unfocused, My press photo, Like every day, Be colorful, West by East, Ctrl + Alt + Del, Nil nil, White Squar y Miss Butterfly, pertenecen a la llamada fotografía conceptual debido a que, para completar su sentido, las imágenes necesitan del establecimiento de relaciones con el contexto. La idea debe ser entendida por el receptor a partir de sus competencias culturales y la posibilidad de realizar reflexiones interdiscursivas. Shadi Ghadirian considera que sus fotografías no solo deben ser imágenes bellas, sino que deben provocar una reacción. Busca a través del arte lograr un cambio social en su propio país:


"Deseo continuar hablando de las mujeres porque todavía tengo mucho que decir. Estas son mis palabras como mujer y las palabras de todas las otras mujeres que viven en Irán, en donde el ser mujer tiene su propio sistema. Y aunque finalmente he creado estas fotografías en mi propio estudio doy seguimiento a temas sociales".

Shadi Ghadirian ha  inaugurado este 2019 el año de exposiciones fotográficas en el Centro Niemeyer de Asturias en Avilés  con la muestra 'Como todos los días', el  11 de enero hasta el 31 de marzo .







Shadi Ghadirian, Qajar. Like Every Day
http://ghadirian.aeroplastics.net/
https://es.wikipedia.org/wiki/Shadi_Ghadirian
https://www.20minutos.es/noticia/3530645/0/artista-irani-shadi-ghadirian-inaugura-ano-exposiciones-fotograficas-centro-niemeyer/
https://www.elcomercio.es/aviles/irani-shadi-ghadirian-20190108000423-ntvo.html
http://www.cadadiaunfotografo.com/2013/10/shadi-ghadirian.html
http://marthadicroce.blogspot.com/2016/05/shadi-ghadirian-fotografias.html
http://www.descubrirelarte.es/2018/03/08/shadi-ghadirian-soy-una-mujer-y-vivo-en-iran-soy-una-fotografa-y-eso-es-lo-unico-que-se-hacer.html
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jueves, 3 de mayo de 2018

Carmen Garrido Gonzalez luchadora sindical y política



Carmen Garrido Gonzalez  ( septiembre 1934),  fue la única mujer representante de los trabajadores en una factoría muy masculinizada como Ensidesa en Aviles.

 Traemos un articulo en el que  analiza la evolución del movimiento obrero, que comenzó en la década de los sesenta en Ensidesa :

   
Comenzó en el sindicalismo allá por la década de los sesenta, en Ensidesa, en plena dictadura y siendo mujer. Carmen Garrido es,testigo directo de la evolución de la lucha obrera durante casi medio siglo. Se define como «una luchadora sindical y política» y considera que la recesión actual no es más que «la crisis del capitalismo». «Quizás habría que pensar que hay otro sistema alternativo», reivindica. 

Sensibilizada con las reivindicaciones de los trabajadores y procedente de los movimientos obreros de la Iglesia, Garrido comenzó en el sindicalismo en las elecciones sindicales de la Fabricona de 1964. «Había mucha represión, estábamos en plena dictadura, y cualquier persona que tuviese ideas distintas a las del régimen era señalada y perseguida», relata. Fue su caso.


Por aquel entonces había personas encargadas de «mantener el orden político» que en Ensidesa se denominaban somatenes, una especie de observadores. «Pasé a ocupar el puesto que Francisco Medina  había dejado libre porque le había trincado la Policía y me hice con la secretaría del jurado de empresa», añade. Su carrera sindical, desde entonces, estuvo marcada por las dificultades. «Queríamos que los trabajadores participaran en la elaboración de un convenio colectivo, con una plataforma elaborada por los propios empleados. Hicimos una asamblea de personal administrativo en el Colegio de Niñas de Llaranes y elaboramos una lista», recuerda.


Esa lista vino acompañada de serios problemas para la avilesina. Una jornada en la que se había ausentado del despacho («creo que había tenido una reunión en Oviedo, la memoria ya me falla», dice) alguien aprovechó para hacerse con ese listado. «El presidente del jurado me llamó y me dijo que tenía una denuncia en un órgano de Falange porque pertenecía a una red de personas subversivas de Ensidesa. Llamó a la Policía», añade.


Carmen Garrido ha sido víctima de amenazas de muerte («un día me encontré encima de la mesa un sobre en el que me amenazaban con matarme si no abandonaba Avilés») y fue blanco de uno de aquellos «somatenes» («sentirse perseguido es algo terrible»).


En la década iniciada en 1960 había muchas mujeres trabajando en Ensidesa, aunque ni mucho menos vinculadas al mundo obrero. Los derechos eran, además, diferentes para el personal de oficina y el de taller. A pesar de las dificultades, confiesa que nunca se sintió sola. «He tenido unos compañeros inmejorables», subraya.


Garrido no duda ni un segundo a la hora de señalar el momento más duro de su trayectoria sindical: la firma del convenio de 1970. «El 6 de febrero nos encerraron a las seis de la tarde en el edificio que ocupaba el sindicato vertical, en la calle Rivero. La tensión era extrema porque pretendían que firmáramos una propuesta de convenio que no era la nuestra, la que querían los trabajadores. A las seis de la madrugada del día siguiente se me saltaron las lágrimas al tener que firmar. La fábrica estaba parada y no hubo otra solución», relata.


Pero no todo fueron adversidades. «El mejor momento que recuerdo es cuando se constituyeron los organismos unitarios (comité de empresa), algo que CC OO consiguió sacar adelante», dice. Garrido defiende que sindicalismo y política van estrechamente unidos: «Como el sindicato no tenga una idea política está perdido», argumenta la histórica sindicalista y concejala por IU en Avilés durante los mandatos de 1991-1995 y de 1995-1999.


 Carmina (como la conocen cariñosamente sus compañeros de CC OO) reclama una participación más activa de los jóvenes en la sociedad y lanza un mensaje al colectivo femenino: «Nadie nos dio nada a las mujeres, todo lo hemos tenido que arrancar. Las libertades son para hacer uso de ellas», sentencia.
 Tomado del articulo de Amaya P. GIÓN

Su activismo la ha llevado a participar en innumerbles jornadas , debates, conferencias ...


Desde aquí nuestro reconocido agradecimiento a pioneras como Carmina, que nos han mostrado el camino y que persisten llenas de energía para mejorar el mundo. 

http://www.lne.es/aviles/2009/03/20/lucha-sindical-rostro-mujer/737377.html
http://www2.fe.ccoo.es/ensenanzaasturias/Areas_Comunes:IGUALDAD:ACTUALIDAD:1016139--El_8_de_marzo_CCOO_repasara_la_trayectoria_de_historicas_luchadoras_asturianas
http://www.lne.es/aviles/2014/01/15/sindicato-cc-oo-reclama-nombres/1527877.html
http://www.ccooasturias.es/webasturias/Uniones_Comarcales:Union_Comarcal_del_Nalon:Noticias:1009804--Compromiso_y_militancia&visor=1
https://www.lne.es/gijon/2018/10/23/carmen-garrido-queda-camino-acabar/2368136.html
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viernes, 5 de mayo de 2017

Rosario de Acuña y Villanueva librepensadora




Rosario de Acuña y Villanueva (Madrid, 1 de noviembre de 1850 - Gijón, Asturias, 5 de mayo de 1923) fue una escritora pensadora y periodista española.



Rosario de Acuña es una escritora en cuyos trabajos se advierte un militante y vanguardista pensamiento feminista, sorprendente dada la época y, por tanto, polémico, que, junto con sus convicciones republicanas y su apasionada defensa de la libertad y el humanismo, le iban a ocasionar graves contratiempos a lo largo de su vida.



Nacida en el seno de una familia acomodada, Rosario de Acuña, hija de Felipe de Acuña y Solís y de Dolores Villanueva y Elices, recibe una educación amplia, muy cuidada y esmerada, siendo la suya una formación familiar y autodidacta, tutelada por su padre.

Muy pronto se despierta en ella la vocación literaria y empieza a escribir versos. Su primera colaboración aparece en 1874, en una revista popular y de gran difusión, La Ilustración Española y Americana. En febrero de 1876 se estrena en el Teatro del Circo de Madrid su primera obra de teatro, Rienzi el tribuno, que obtiene un éxito clamoroso y la da a conocer al gran público. Esta pieza, que era una llamada a la libertad en un momento poco propicio para ello, llama mucho la atención y merece el interés de la prensa de la época y el elogio de críticos tan acerados como Clarín.

Rosario de Acuña decide vivir en Pinto (Madrid) donde construye una casa "Villa-Nueva". Dos meses después de su brillante estreno teatral, contrae matrimonio con un joven de la clase media-alta madrileña, el teniente de Infantería Rafael de Laiglesia y Auset. Antes de terminar el año el matrimonio se instala en Zaragoza, ciudad a la que es destinado el militar. La relación no le proporciona la felicidad deseada, por la infidelidad del marido, por lo que se refugia en la escritura, estrenando otros dos dramas, Tribunales de Venganza y Amor a la Patria, a los que sigue una obra de gran belleza, La Siesta (1882). A partir de 1884 la separación del matrimonio es un hecho. Además, en 1901 enviudará.

Que Rosario de Acuña fue una mujer adelantada a su época lo demuestra su intervención en el Ateneo de Madrid, cuyas tribunas nunca habían estado abiertas a las féminas. En la primavera de 1884 protagoniza una velada poética que también fue controvertida.

Por entonces ya es una escritora muy conocida, con abundante obra publicada (prosa, teatro, lírica) y asiduas colaboraciones en los principales diarios ( El Imparcial, El Liberal... y revistas españolas ( Revista Contemporánea, España...).

También hay un progresivo acercamiento suyo a los sectores sociales y culturales que apoyan los republicanos y más afines al libre pensamiento que, en aquel tiempo, defendía la separación de la Iglesia y el Estado.

La polémica que rodea a Rosario de Acuña la alimenta ahora (1886) su iniciación en una logia de adopción masónica, la Constante Alona de Alicante, con el nombre simbólico de Hipatia, que nunca abandonará pues en la firma de escritos suyos va a aparecer solo o junto a su verdadero nombre. Entre 1886 y 1890 su vida es muy agitada: viaja, conoce gente, propaga los ideales de la masonería, se prodiga en recitales y discursos por Galicia, Asturias, Andalucía, el Levante...

En 1891 estrena en el teatro madrileño de La Alhambra otro de sus grandes dramas, «El padre Juan», pieza en tres actos que la convierte en una mujer de teatro tal como se entiende en la actualidad, pues se encarga de la producción, los escenarios y el vestuario, alquila el teatro, dirige la obra, y es la autora del texto y de la puesta en escena. Se trata de un obra anticlerical que, aunque levanta ampollas en la sociedad conservadora, obtiene un rotundo éxito de público. Pero a pesar de haber superado la censura previa y contar con el permiso pertinente, el gobernador de Madrid la prohíbe. La suspensión casi la lleva a la ruina.

Este duro revés le reafirma en su defensa de la emancipación de la mujer y le lleva a viajar por Europa. Al regresar deja Madrid y, en compañía de Carlos Lamo Jiménez —un joven que había conocido en Madrid en 1886 y que nunca la abandonará— y la hermana de éste, Regina, va a vivir a Cueto (Cantabria), donde hace realidad uno de sus sueños: montar una granja avícola. Rosario de Acuña, profunda conocedora del campo y de la naturaleza, llega a convertirse en una experta en avicultura, hasta el punto de acudir a la primera Exposición de Avicultura celebrada en Madrid en 1902 con una colección de artículos publicados en el diario El Cantábrico de Santander y lograr una medalla por su labor de difusión de la industria avícola.

En 1909 comienza la construcción de su solitaria y humilde casa en La Providencia (Gijón), sobre un acantilado, donde vivirá hasta su fallecimiento, después de que los dueños de la finca en que había montado la granja, sometidos sin duda a presiones, le rescindieran el contrato. En la decisión de fijar su residencia en la villa de Jovellanos son decisivos los ruegos en tal sentido de los directivos del Ateneo-Casino Obrero de Gijón.

En 1911 se traslada a vivir a su nueva casa. Pero la polémica vuelve a llamar a su puerta. Esta vez viene de la mano de «La jarca de la Universidad» un artículo que le envía a Luis Bonafoux, editor del periódico francés El Internacional de París, en el que muestra su indignación y utiliza la ironía para criticar los insultos de un grupo de estudiantes a universitarias extranjeras en Madrid, artículo que, reproducido también en El Progreso de Barcelona, causa un gran escándalo y motiva, incluso, una huelga de estudiantes que tiene un masivo seguimiento. Tal y como se ponen las cosas y ante la perspectiva de ir a la cárcel, Rosario de Acuña opta por huir a Portugal. Dos años después, en 1913, regresa del exilio con el gobierno liberal del conde de Romanones. A su vuelta a Gijón se convierte en un icono.

Fallece en su casa de La Providencia el 5 de mayo de 1923, siendo enterrada en el cementerio civil de Gijón. La manifestación de duelo fue extraordinaria.

Lo que algunas personas dijeron de ella:
Ella ha abordado todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria.
Benito Pérez Galdós

Dichosa usted, señora, que puede brillar entre los hombres por su talento, y entre las mujeres buenas por su bondad. Natural es, por consiguiente, que merecer el afecto de usted, alegre y envanezca a su respetuoso y apasionado amigo y servidor
Manuel Tamayo y Bauss

Articulo que casi la lleva a la cárcel y la obligo a huir  a Portugal :



Rosario de Acuña ejerció por medio de la pluma un verdadero magisterio racionalista, un apostolado infatigable que sacudió muchos espíritus timoratos y supersticiosos. Así, con sus campañas en pro de la razón, la tolerancia y la justicia, la escritora contribuyó a engrosar las filas heterodoxas. Odiada hasta el delirio por sus enemigos, levantó pasiones, sin embargo, en el campo republicano. Particularmente, fueron muy aplaudidos los artículos que escribió para el semanario 'Las Dominicales del Librepensamiento', uno de los muchos periódicos que honró con sus colaboraciones.
El ascendiente ideológico que Acuña tuvo sobre una parte minoritaria de la ciudadanía redobla su importancia cuando se trataba de las mujeres. La razón de esto quedó luminosamente explicada por Amalia Carvia Bernal, otra librepensadora de bandera, que en cierta ocasión le confesó a la escritora: «Usted es mujer, y como mujer, habla más a nuestras recónditas fibras, despierta con más suavidad nuestras íntimas aspiraciones». En otras palabras, el mensaje rebelde y discrepante que propagó Rosario de Acuña resultaba para ellas más convincente, más eficaz y arrebatador que el que podría haber difundido un varón que profesara las mismas ideas.

Había, pues, un indudable efecto multiplicador en la propaganda de Rosario de Acuña. La trascendencia de ello radica en que algunas de las persuadidas servirán de enlace con una nueva generación de mujeres, pensadoras y activistas que después, en los años treinta, continuarán luchando por la igualdad.
Valga de ejemplo Carmen de Burgos, periodista fallecida en el otoño de 1932 y que, con apenas 20 años recién cumplidos, allá por 1888, le había dirigido una carta a Acuña para respaldar públicamente un sustancioso artículo que había escrito en defensa de la emancipación femenina: «Aunque incapaz de expresar debidamente lo que aquel hermoso trabajo me hizo sentir y pensar, declaro mi firme adhesión a cuantas ideas en él expone».
¡En la devoción que Acuña provocó entre los suyos, había un fervor reverencial y solemne, un encandilamiento casi religioso: la adoraban.

Borrada del callejero en 1937
Desde su muerte, ocurrida hace 90 años, Rosario de Acuña ha sido objeto de unos cuantos estudios. Relegada al olvido durante el franquismo, que la borró muy pronto del callejero (1937), su memoria empezó a ser restaurada al comenzar la década de 1980.
El Ateneo Obrero de Gijón,  reeditó su obra 'Padre Juan' en 1985. Otro expresidente de ese centro cultural,  terminó siendo el responsable de compilar sus obras en varios tomos que empezaron a publicarse en 2007, y para los que escribió una introducción muy completa

Entremedias, otros autores habían ido contagiándose del interés por el personaje. Y el interés no disminuyó al cambiar el siglo. Marta Fernández Morales realizó entonces un breve trabajo con una beca de investigación que en 2004 le concedió el Ayuntamiento gijonés. Paralelamente, Aquilino González Neira firmó una recopilación de artículos. Entonces también salió de la imprenta un estudio de Macrino Fernández Riera sobre los vínculos de la escritora con Asturias, predecesor de otro más amplio que se publicó en 2009, el mismo año que inauguró una página web dedicada a la escritora que reúne muchos de sus artículos.






Obras

«Un ramo de violetas» (1873)
«En las orillas del mar» (1874)
«La vuelta de una golondrina» (1875)
«Rienzi el tribuno» (1876)
«Ecos del alma. Poesías» (1876)
«Amor a la patria» (1877)
«Morirse a tiempo. Ensayo de un pequeño poema imitación de Campoamor» (1879)
«Tribunales de venganza» (1880)
«Tiempo perdido» (1881)
«Influencia de la vida del campo en la familia» (1882)
«El lujo en los pueblos rurales» (1882)
«La siesta» (1882)
«Sentir y pensar» (1884)
«Un certamen de insectos» (1888)
«La casa de muñecas» (1888)
«El crimen de la calle de Fuencarral» (1888)
«Discurso leído en el Ateneo-Casino Obrero de Gijón la noche del 15 de septiembre de 1888
«Discurso pronunciado en el Acto de la Instalación de la Logia femenina Hijas del Progreso» (1889)
«El padre Juan» (1891)
«La voz de la patria» (1893)
«La higiene en la familia obrera» (1902)
«Avicultura» (1902)
«El ateísmo en las escuelas neutras» (1911)
«Cosas mías» (1917)

http://escritores.bne.es/web/authors/rosario-acuna-villanueva-1850-1923/
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viernes, 6 de septiembre de 2013

María de las Mercedes Magadán Barcia



Mi mamá

  Mi mamá, doña María de las Mercedes Magadán Barcia, era una fuerza de la naturaleza. Menuda, morena, muy bella, con una personalidad que jamás pasaba desapercibida, una inteligencia excepcional y un carácter de tres pares de narices. Un ser que, por instinto primero y conocimiento después, saltó sobre todos los prejuicios que le imponía la educación de una España tan gris como sangrienta y cruzó los mares sin billete, sin dinero, sin pasaporte, sin saber adónde iría a parar, con sus veinte y pocos años, detrás de aquel anarquista soñador que no podía respirar el mismo aire que el tirano.
Juntos emprendieron un viaje del que no regresarían. Siempre con la mirada allende el inconmensurable océano, pensando continuamente en esa España que siguió gris y triste tanto tiempo.
Ella sola podía contra todos los elementos: las desgracias, las pérdidas, la inseguridad económica, sus tres hijas, la depresión de su hombre por haber perdido una guerra, el paso de los años. Lo que peor llevaba era la nostalgia, ese sentimiento extraño que nos hace añorar lo que en realidad no conocimos y la llegada de las cartas que esperaba con temor, impaciencia y cierta alegría infantil por saber de los suyos.
Mi madre hacía buñuelos de viento con un huevo y un poco de harina cuando no había nada que poner en esa masa que, a mí, me resultaba deliciosa. No era una mamá al uso, ni una mujer típica de los cincuenta o los sesenta. Odiaba cuanto tenía que ver con una casa. Prefería aferrarse a sus lecturas demostrándonos con la práctica que no había nada más importante que saber. En casa faltaba de todo, excepto libros. Mis premios por buen comportamiento eran, por supuesto, libros, lo que más me gustaba en la vida.
No lo tuvo nada fácil. Mis padre y mi madre no sólo no hicieron la América, sino que las Américas, el Río de la Plata, los moldearon a su modo y semejanza, con sus vaivenes y sobresaltos.
Ella, que venía de un familia católica y conservadora a ultranza, entendió bien pronto la división del mundo y se puso del lado correcto: el de los desposeídos. Cuando mi padre se fue muy pronto, demasiado pronto, tomó enseguida su lugar y defendió sus ideas desde el sindicalismo. Siempre al frente de las manifestaciones del gremio de judiciales, siempre recibiendo palos. Hasta de la Iglesia acabó apostatando, asumiendo el discurso de su hombre contra los abusos de esa institución retrógrada. Como quien pide permiso por algo, decía siempre que creía en su Virgencita de Covadonga, patrona de los mineros, que nunca le había fallado.
Se puso al mundo por montera e hizo de su capa un sayo. Mi padre hablaba de la libertad. Mi madre, la ponía en práctica. La libertad que la llevó a trasmutarse en golondrina, siempre en busca del arca perdida, siempre intentando avizorar el horizonte de esa Ítaca que solo existía en su imaginario y que la impulsaba (los impulsaba, nos impulsaba) constantemente a la aventura.
Así cruzamos las grandes y las pequeñas aguas, varias veces. Siempre sin dinero, a veces sin pasajes. Aplicaba así su propio sentido de lo justo. ¡Tantas veces me recuerdo de niña sentada en las escaleras del Palacio Estévez porque mi madre recurría al presidente de turno en Uruguay para reclamarle por lo que fuera! Al presidente, nada menos, sin reparar en gastos... Y cuando se vino de Argentina a poner libros en la Muralla de Lugo, como una más de las maravillosas mujeres (y hombres) que hicieron posible esa odisea.
Con su inteligencia e instinto particular defendió toda su vida lo que consideraba de su incumbencia. Apostó por la utopía y, con todas sus contradicciones de clase, convivió como pudo con un mundo que cada vez se parecía menos a sus sueños. Apenas hablaba de lo que sentía, de lo que en verdad la entristecía, pero sabía vivir disfrutando de las pequeñas cosas como decía ella: “a mi manera”.
Siempre sentí que, por mucho que yo hiciera, jamás iba a rozar las hazañas de mi madre. Como un día en una cafetería del centro de Buenos Aires, en plena dictadura, cuando vio entrar a un muchacho en estado de shock, temblando de miedo con un paquete en la mano. Entendió al instante la situación que yo, una militante consumada, no atiné a resolver. Llamó al chico, le quitó literalmente el paquete y se sentó sobre él. El chico desapareció agradeciéndoselo con la mirada. Al momento, el lugar se llenó de milicos que no encontraron su objetivo. Por alguna razón, ni nos pidieron los documentos, ni se acercaron a nosotras. Mi madre siguió tomando su café con leche con medialunas y riéndose de la faena que nos podía haber costado la vida. No dudó ante la disyuntiva de salvar o no a un desconocido, en un momento en el que la mayoría de la gente se desvinculaba de todo por pánico o cobardía.
Mi mamá, doña Mercedes, Maruja para todo el mundo, Marujita para mi padre, se ha ido como quería: soñando. La voy a echar de menos el resto de mi vida y no sé de dónde sacaré la fuerza para dejar de ser rama y ser por fin tronco. Porque mi fuerza venía de ella.


   Ojalá existiera ese paraíso en el que no creo, porque allí estaría ella dirigiendo la batuta, poniendo orden y canturreando por lo bajo el Asturias Patria querida.

Luz Darriba
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