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domingo, 11 de noviembre de 2012

Blanca Ibarlucia feminista


Blanca Ibarlucia (13 de noviembre de 1922- 13 de diceimbre de 2015) histórica militante feminista que en su temprana juventud se incorporó a la vida política del país junto a Evita, había nacido en el barrio porteño de Almagro.

"Fue una feminista, una mujer que desde su sabiduría sabía transmitirla, era de esas personas que siempre miraban hacia el futuro y tenia ilusiones de un mundo libre de desigualdades , una luchadora por los derechos de las mujeres hasta su fallecimiento. Sus gafas violetas nos acompañarán por siempre", dijo Ada Rico, presidenta de Casa del Encuentro, a Télam.  

Hija de un socialista y de una "señora de su casa", y aunque frecuentaban su hogar dirigentes de la talla de Lisandro de la Torre, Alfredo Palacios, los Justo y otros, por ser mujer le negaron estudiar medicina, como ella quería.

Blanquita se casó cuando era adolescente, tuvo tres hijos y se divorció en los 40, lo que le valió el repudio de parientes y amigas; luego formó otra vez pareja y tuvo otra hija. Su militancia política la llevó al exilio -en Perú- tras el golpe militar de 1976.

De regreso en el país con la recuperación de la democracia, actuó en el Consejo Nacional de la Mujer, la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense, la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, la Dirección de Niñez y Adolescencia porteña y la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades de la cartera laboral.

En septiembre de 2012 Blanquita, como todos la llamaban, fue declarada "personalidad destacada en el ámbito de los derechos humanos" por la Legislatura porteña. Es de esas personas que se dice inolvidable e irremplazable.




Blanca Ibarlucia fue declarada  Personalidad Destacada en el Ámbito de los Derechos Humano. El evento se llevó a cabo el 17 de septiembre  en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña  de la C.A.B.A..

A los 80 años Blanquita, como la conocen los que la quieren bien, sigue en pie de lucha, trabajando por las mujeres y por la igualdad de oportunidades de los más humildes, tal como hiciera como colaboradora de Eva Perón en su juventud, contrariando a su familia, amigos y gente que repudió la transformación que el justicialismo hiciera en ella.

Blanca Ibarlucia lleva adelante una vasta tarea en el Campo de los Derechos Humanos con especial dedicación a los  de la mujer, desde hace muchos años, y desde diversos lugares.
Nació el 13 de noviembre de 1932, en Potosí 4292, barrio de Almagro, y por una de esas gracias del destino, con pocos años de diferencia, en la misma manzana almagrina, sin que en ese entonces se llegarán a conocer, nació quién sería y continúa siendo su marido.
A los 5 años se mudaron a Belgrano, donde paso su niñez y adolescencia, cuando se caso (aún adolescente, pero madura para los cánones de la época) vivió en San Telmo, frente al Parque Lezama, adonde llevaba cada día a sus hijos e hija.
Su padre era un conocido militante del partido socialista y a su casa iba Alfredo Palacios, Nicolas Repetto, los Justo, los Bravo, Lisandro de la Torre, y también Leguisamo y Carlos Gardel a quién escuchaba escondida con sus hermanos, sin saber quién era, ni por qué había que escucharlo.
Su padre, que supuestamente era tan progresista, en la mesa cotidiana, hablaba con sus hermanos y solía dirigirse a su madre, a sus abuelas y a ella diciendo: “A uds. no les hablo porque son mujeres y no entienden.” Realmente ella no entendía por qué su madre, tan bella, tan inteligente, lloraba a escondidas, tampoco por qué cuando quiso estudiar medicina su padre, tan democrático, declaró:”De ninguna manera, medicina no es carrera para una mujer, las mujeres deben prepararse para ser buenas esposas, madres y amas de casa, si querés podés estudiar docencia, esa sí es carrera para mujercitas, serás culta y podrás ayudar a tu marido cundo los hijos no te necesiten”. Ella era “buenita “, siguió los mandatos paternos, mientras tanto su madre callaba, aceptaba y de algún modo labraba en su rebeldía.
Por entonces Blanca, ya con marido, hijos/as y docencia, vivió la llegada de Evita y se develó su rebeldía oculta, al igual que la de tantas mujeres a las que encaminó y enseñó la senda de la autoestima junto a la del ejercicio del poder real que les había estado vedado.
Tan fuerte fue el despertar que junto con la militancia social y política, se le abrió el sendero de la libertad personal; se divorció, haciéndose “naturalmente” cargo de sus hijos/as. Eso no fue fácil en los años 40: Blanquita, “la loca”, “la rebelde”, fue execrada por su familia, expulsada del hogar paterno (su mamá siempre callaba y aceptaba). Fue proscripta más por su elección política que por el vergonzante estado de “mujer divorciada” que se escondía a amistades y familiares.
Al mismo tiempo, el “gorilaje extrañao” la miraba sin comprender. Sus “honorables amigas” llegaron “en comisión” a establecer claramente que ella no era digna de pertenecer a su “distinguida” clase, y la ponían formalmente en conocimiento el consenso al que habían llegado: “vos sos una prostituta divorciada y peronista”, por lo cual no querían verla nunca más.
                                         


Un poquito sintió la pérdida, no demasiado, ya había elegido y era feliz, tenía muchas cosas válidas en las cuales estaba involucrada. Las mujeres por primera vez salían a la calle a luchar sus sus derechos y con el liderazgo de Evita lo consiguieron. Blanquita no podía creer lo que les estaba pasando. Por primera vez los/as excluidos/as, entre los/as que estamos las mujeres, eran importantes. Tenían el Partido Peronista Femenino y eran ciudadanas plenas, el voto universal que hasta el momento en su universalidad no las incluía y ahora era su derecho. Podían elegir y ser elegidas.
Las Unidades Básicas Femeninas, adonde no entraban los varones, funcionaban donde podían, y ahí reproducían lo que aprendían con Eva. Eran maravillosos centros de capacitación en diversos temas, pero especialmente eran centros políticos, diferentes, por eso la consigna de Evita de que no hubiera varones con todas sus mañas y vicios politicos. Las muchachas peronistas, las chicas de Evita, tenían que mostrar que íban a hacer una política distinta: “Uds. saben uds pueden”, les decía Evita, y aprendieron juntas todo lo que sabían y podían.
Las Unidades Básicas femeninas se constituyeron en espacios privilegiados para muchas mujeres: iban a capacitarse, a ayudar, a realizar las tareas más diversas, y aprendían juntas a ser autónomas, a valorar sus saberes.
Las mujeres se acercaban a las Unidades Básicas, pero ellas también iban puerta por puerta a conversar con las mujeres sobre sus derechos; no siempre eran bien recibidas y más de una vez maltratadas, pero ellas ya no teníamos miedo a nada, juntas se dieron cuenta de su potencia, su poderío, tantos siglos aplastados.
Como Blanca era docente pudo trabajar en la Ciudad Estudiantil que junto a la Ciudad Infantil, probaban que realmente los/as niños/as eran privilegiados/as y esos lugares constituían, sin duda, los más amados por Evita, porque era una manera de reivindicar su niñez discriminada.
Fueron pocos años, pero pasaron muchas cosas, de una riqueza inconmensurable en los que, con la conducción de Evita trabajaron en la construcción de un mundo en el que los/as privilegiados/as eran todos/as los/as desposeídos/as. Esa huella fue indeleble en su vida, fue y es su guía permanente.
Pero obviamente los factores de poder no lo iban a aceptar: “¡¿Una mujer en el poder!?” “¡¿Los “cabecitas”, “la negrada”, en el poder!?”
Cuando Evita murió, muchas cosas murieron dentro de ellas. Y llegó la Revolución Libertadora. Hubo que esconderse, retraerse. Se volvió a casar (en realidad a juntar) e hizo su carrera universitaria. El estudio, la vida universitaria tardía, encubrieron el dolor de las pérdidas; pero siguió militando en la clandestinidad con la mira puesta en el regreso de Perón.
Ya se habían producido muchos cambios en la sociedad: “las mujeres y los varones éramos iguales”. Los años 60 marcaron la supuesta liberación de las mujeres, la libertad sexual, las parejas libres, la sexualidad-placer y el sexo sin amor también para las mujeres; el diafragma, la píldora. Junto a esto, la Rama Femenina era mala palabra.
Perón volvió, pero pronto murió en su amada patria. Siguieron los años más oprobiosos de nuestra historia, las tres A y luego la dictadura militar que impuso los peores latrocinios, los fusilamientos, las matanzas, las desapariciones, el robo de los/as hijos/as de las mujeres en cautiverio. La juventud exterminada por sus ideales. Su marido y ella amenazados/as, se expatriaron. Ahí se jugaron la vida muchos/as amigos/as que los escondieron y los sacaron del país. La Triple A, llegó tarde a su casa para levantarlos, pero se levantaron con todo. No importa, la vida les brindó nuevas alboradas.
Ella nunca había imaginado vivir fuera de su país, alejarse de sus hijos/as. La historia en su caso era la del mundo del revés: los/as viejos/as se íban y nuestros/as chicos/as se quedaban. Llegaron a Perú y los/as peruanos/as los acogieron como hermanos/as.
Las noticias que llegaban eran de muerte, los/as exiliados/as vivían en gueto, hasta que se hizo el clic en ella: "ésta es la patria que me amparó, que me protegió, es tanto mi patria como la que me vio nacer, éste es mi hogar; me reeduqué, aprendí a ser humilde; así pude recibir gozosa la hermandad que con tanta generosidad me brindaban las mujeres peruanas y retribuírsela jubilosamente. Juntas aprendimos lo que es el feminismo".
Comenzaron a hacer grupos de reflexión, en un principio entre ellas, pero el gran salto se dio cuando empezaron a trabajar con las mujeres dirigentes de los sectores populares, a las que luego se unieron las mujeres a quienes ellas conducían. Con el aporte de UNFPA condujo un proyecto, que fue premiado, de “Salud y Liderazgo de Mujeres de Sectores Populares”.El Proyecto aún continúa y sigue siendo su “Madrina”.
Con la recuperación de la democracia volvió, llamada por Ani Cafiero para formar parte del Consejo Provincial de la Mujer, primera institución de este tipo en Argentina. Desde ahí trabajo con las mujeres de los barrios, una vez más para que conocieran y ejercieran sus derechos, que se organizaran, que lideraran.
Aunque a Blanca le enorgullece su pasado, pone especial énfasis en el trabajo diario que sigue llevando adelante en defensa de la mujer y los derechos humanos. “A mi me encanta el presente, dice con energía, y enumera: hasta hace poco dirigí un programa para chicas y chicos detenidos en institutos, presas y presos esencialmente por ser pobres, que me dejó experiencias muy ricas sobre sus sentimientos y sigo manteniendo el vínculo con muchos de ellos. Estuve a cargo de un programa de banca social para mujeres emprendedoras, del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, que pretende reunirlas para modificar su realidad. El objetivo es que esas bancas sociales excedan lo económico y fortalezcan a las mujeres dentro de sus organizaciones.
http://www.wherevent.com/detail/Maria-Jose-Lubertino-BLANCA-IBARLUCIA-Personalidad-Destacada-de-los-Derechos-Humanos
http://agendadelasmujeres.com.ar/paginas/blanca.html
http://www.fundacion-tido.com.ar/notas.php

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HH

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