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domingo, 6 de enero de 2019

Gertrudis de Helfta escritora mística, siglo XIV

Santa Gertrudis, por Miguel Cabrera, 1763
Gertrudis de Helfta (6 de enero de 1256, Eisleben, Alemania - 1302, Helfta, Alemania ) monja benedictina cisterciense y escritora mística, también conocida como Gertrudis la Grande o Gertrudis Magna.


De los orígenes de Gertrudis de Helfta sólo se conoce la fecha de nacimiento, el lugar y la familia son un enigma.

A la edad de 5 años ingresó en el monasterio de Helfta. Sobre esto tampoco han quedado noticias, desconociendo cómo llegó y si fue acogida exclusivamente como educanda, para ser formada en la escuela de niñas a cargo de Matilde de Hackeborn; o como oblata, ofrecida a Dios para convertirse en monja.

Al terminar su educación, pidió su admisión al Noviciado. Según los usos cistercienses la profesión de los que habían sido admitidos siendo pupilos, era a los 16 años de edad. Los años de su juventud en la vida religiosa, se caracterizaron por su normalidad y rutina en la oración y la vida regular. Tenía otra pasión: las artes liberales, el estudio de los clásicos. En el monasterio era segunda cantora y trabajaba en la copia de manuscritos; participaba con la comunidad de las labores de la huerta y la costura. Destacaba por su inteligencia, sociabilidad, afabilidad y elocuencia. Ella dice de este período de su vida: “Viví a mi antojo” (L. II.20.1). 

Pero el 27 de enero de 1281, recién cumplidos sus 26 años, tuvo una visión de Cristo resucitado que cambió su vida. A partir de allí se produjo en ella una verdadero cambio: dejó los estudios liberales, pasó a una vida interior intensa, a una observancia ferviente de la vida monástica y comenzó a tener una vida mística continua. 

Después vivir unos años su vida mística en secreto,  Matilde de Hackeborn y a otras personas fueron conscientes del cambio de  Gertrudis y su vida mística se hizo conocida. Comenzaron a acudir a ella personas de todas las clases, de dentro y de fuera del monasterio, para pedir su consejo e intercesión. Progresivamente se fue convirtiendo en maestra de oración y de vida espiritual. 

En 1289 comenzo a poner por escrito su vida. Luego de un período  redactó el Memorial de la Abundancia de la Divina Misericordia, que posteriormente fue incluido como Libro II en El Heraldo de la Divina Misericordia; este último es la obra de recopilación de su vida y sus visiones, conocida también por su nombre en latín: Legatus divinae pietatis.  


Escribió además comentarios de las Sagradas Escrituras y otras obras en latín y alemán, la mayoría de las cuáles se ha perdido; nos quedan solamente sus Ejercicios Espirituales: siete meditaciones entretejidas de textos bíblicos y litúrgicos,  que forman un pequeño tratado de perfección, calificados por Benedicto XVI como “una rara joya de la literatura espiritual” (Catequesis en la Audiencia General del 6 de octubre de 2010).  

Por sus frecuentes enfermedades se vio privada cada vez más de la vida regular y del Oficio divino. Durante su última enfermedad, narró a su biógrafa las visiones tenidas con ocasión de diversas fiestas y las revelaciones que recibía sobre el destino de algunas almas particulares después de la muerte. Estas narraciones, recopiladas después de su muerte, constituyen los Libros III, IV y V del Heraldo. 

Gertrudis  murió en la segunda mitad de 1302, a los 45 años de edad. Después de su muerte, su nombre desapareció debido principalmente a la destrucción del Monasterio en 1342. Sus escritos fueron rescatados y publicados primero en alemán, en 1502, y luego en latín, en 1536, adquiriendo rápidamente fama y difusión en toda Europa e Iberoamérica, y motivando continuas reediciones y traducciones. 

Por tal éxito, y al desconocerse su apellido, empezó a ser llamada Gertrudis la Grande o Magna. En el siglo XVII es tal la veneración en torno a su persona que Roma se ve forzada a aprobar su culto en la Orden Benedictina y otras Congregaciones religiosas. El 22 de enero de 1678 fue inscrita oficialmente en el Martirologio Romano, y en 1739 su fiesta se eleva a memoria para toda la Iglesia católica. En la actualidad ha sido propuesta para ser nombrada Doctora de la Iglesia.


Gertrudis  tiene una visión y positiva, en clave de acogida de la gracia divina y de progresiva unión con Cristo, más que como una lucha contra los vicios y las pasiones. Junto a esto desarrolla la idea de  que el amor de Jesús la lleva a suplir y subsanar  la insuficiencia del hombre para salvarse.

El rasgo que  quizás más llamó la atención a sus lectores es que  Gertrudis se siente soberanamente libre confiando plenamente en el amor y la misericordia de Cristo. Ello la hizo ser e intrépida, manifestándolo por ejemplo en su práctica de comulgar siempre que podía, algo impensable para su tiempo, por las oraciones, ayunos y ejercicios necesarios para prepararse.  El amor de Jesus subsanaba los olvidos a este respecto.
 Gertrudis logra soslayar los prejuicios de la época, y corrige la visión sesgada, racional y sexista que tiene a veces de lo espiritual el hombre medieval




El Legatus Divinae Pietatis atestigua que santa Gertrudis realizó una intensa actividad literaria, escribiendo tanto en alemán como en latín, pequeños tratados escriturísticos, teológicos y espirituales. La mayoría de estos escritos se ha perdido, aunque es probable que el Legatus recoja algunos fragmentos. 


“Para hacer sencillos y claros a las inteligencias más débiles ciertos pasajes oscuros, compuso y escribió varios libros llenos de toda suavidad (…). También compuso oraciones más dulces que un panal de miel y otros muchos y edificantes ejercicios piadosos, con un estilo tan perfecto que jamás maestro alguno se atrevió a corregir, sino al contrario, se recreó por su profundidad y su ternura…” (L. I 1,2).

“Todos los textos útiles que encontraba en las Sagradas Escrituras, si le parecían que eran difíciles a las inteligencias menos dotadas, los traducía del latín en un estilo más sencillo para que fueran útiles a los lectores; y así consumió toda su vida, desde la mañana a la tarde, resumiendo los pasajes largos o aclarando los dificultosos ” (L. I 7,1)

“Era constante en recoger y escribir todo lo que creía que en algún momento pudiera ser útil a alguien. Lo hacía con recta intención para gloria de Dios, sin esperar nunca reconocimiento de nadie; solo deseaba la salvación de las almas.” (L. I, 4). 


https://www.montecarmelo.com/biblioteca-cisterciense/223-los-ejercicios-de-santa-gertrudis-de-helfta.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Gertrudis_de_Helfta
https://www.google.es/url?sa=i&source=images&cd=&ved=2ahUKEwiJtZ-B_uXeAhWC_qQKHeHOCysQ5TV6BAgBEAs&url=http%3A%2F%2Fwww.surco.org%2Ffiles%2Fsangertrudis%2F00.pdf&psig=AOvVaw3HK2iBl8lq_a7dlXISsoEb&ust=1542906829587462

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HH

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