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lunes, 8 de mayo de 2023

Elena Fortún escritora española


Elena Fortún (María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo, Madrid, 17 de noviembre de 1886-Madrid, 8 de mayo de 1952) fue una escritora española dedicada a la literatura infantil y juvenil.

 Capi Corrales Rodrigáñez en el libro Ni tontas ni locas las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo xx nos la presenta así : 

—“Sí, Valeriana, como tiene que ser. Por eso Dios ha repartido los cuidados. Las mujeres, el hogar, y los hombres, todo los demás… Valeriana se calló, reflexionando. Luego dijo, mientras lavaba la cara de María Fuencisla con la punta de la toalla: —Es verdad eso que has dicho enenantes. ¡Lo que tiene haber estudiao…! Sin embargo a mí se me hace que toos los hombres juntos parlando de lo que no entienden, son los que arman las revoluciones… Las mujeres, unas mejor y otras peor, saben cómo arreglar su casa… Si los hombres tienen que arreglar el mundo, ¿por qué no los enseñan?, digo yo”. (Elena Fortún, Celia en la revolución, pág. 31)

Elena Fortún es el seudónimo de Encarnación Aragoneses Urquijo. Nació en Madrid en 1886 y fue de las pocas mujeres de la época que estudió Filosofía y Letras. Se casó en 1908 con Eusebio de Gorbea Lemmi, militar republicano y también escritor, con quien tuvo dos hijos. 

Siguiendo el destino del marido, vivieron en distintos lugares de la península y en 1919 se instalaron en Madrid. Pronto se integraron en la vanguardia intelectual y organizaron una tertulia semanal en su casa de Ponzano. Gorbea, además de escribir novelas, publicaba regularmente artículos en El Liberal y participaba en los trabajos teatrales de El cántaro roto de Valle-inclán, El mirlo blanco de los Baroja y El caracol de Rivas Cheriff. La muerte de su hijo pequeño en 1920 cambió la vida de la pareja, y Encarna prácticamente se encerró durante cinco años. 

Pasado el duelo se reintegró a la vida intelectual de la mano de sus dos amigas María Lejárraga y María Martos. En el Lyceum las amigas de Encarna eran, además de las dos Marías, Matilde Calvo Rodero, Victorina Durán, Matilde Ras, Adelina Gurrea y Viera Sparza. 

Cuentan que Eusebio era de carácter difícil, taciturno y depresivo, y Elena encantadora, animada y muy ocurrente. Fue María Lejárraga quien le animó a escribir las divertidas historias que contaba, y se la presentó a Torcuato Luca de Tena, que contrató su colaboración en Blanco y Negro. Allí empezó a escribir con el seudónimo de Elena Fortún, personaje de una de las novelas de su marido. 

Comenzó con una serie de «Celia dice…», pequeñas escenas dialogadas que luego se incluirían como capítulos en sus libros. La colaboración tuvo gran éxito, e introdujo una novedad en el suplemento infantil Gente Menuda: era la primera vez que, siguiendo el punto de vista iniciado por la Condesa de Segur y Lewis Carrol, el mundo de los niños tiene su propio sentido, su propia lógica que no siempre coincide con la de los mayores. Elena Fortún presentaba dos puntos de vista, el de los adultos y el de los niños; el lector puede elegir y con frecuencia se da cuenta de que los niños tienen razón y el mayor queda ridiculizado y aparece como una persona injusta, despótica, autoritaria y, a veces, absurda. 

En 1929 la Editorial Aguilar publicó el primero de los libros de Celia, lo que dice, y en 1930 Celia en el colegio y Celia novelista, de los que Gente Menuda sacaba anticipos (la serie de libros continuó a lo largo de los años sucesivos y en ella Celia iba creciendo). En ese momento, todas las plumas de la vanguardia española estaban escribiendo en ese suplemento: Elena Fortún, Antonio Robles, Magda Donato, Bartolozzi, Manuel Abril y los ilustradores López Rubio y Barberá. 

En esa época (1929), el Lyceum Club Femenino había creado la Casa del Niño en un local de Cuatro Caminos. Se trataba de un proyecto similar al de la fracasada Casa de los Niños de España que Margarita Nelken había iniciado en 1919: una guardería infantil gratis para los hijos de madres obreras, donde se proporcionaba a los niños alimentación equilibrada, higiene corporal, revisión médica semanal y juegos al aire libre. Gracias a un grupo de narradoras de cuentos entre las que se encontraba Elena Fortún, los domingos el local se convertía en biblioteca, un proyecto en el que colaboraban la Residencia de Señoritas y la sección de Sociología del Lyceum. 

El curso 1932-33 estuvo matriculada en las clases de Biblioteconomía de la Residencia de Señoritas, estudios que combinaba con la investigación de la historia del cuento y el romancero infantil —ayudada, inicialmente por Carmen Baroja— y dedicaba sus esfuerzos a reivindicar el papel de la tradición oral infantil en el conocimiento de la intrahistoria española. Su posterior trabajo, dirigiendo la clase de narradoras de segundo año organizada por la misma Residencia de Señoritas, la llevó a París, donde visitó bibliotecas infantiles para aprender técnicas educativas. 



El feminismo de Encarna y su preocupación por erradicar el analfabetismo la llevaron a apoyar abiertamente la República. Tras la Guerra Civil el matrimonio tuvo que exiliarse y marcharon a Buenos Aires, donde Eusebio se suicidó en 1948, poco después de que Encarna, que había vuelto a Madrid unos meses antes, le hubiese arreglado el regreso a España. Ella murió en Madrid en 1952


Según Teresa Bravo Peláez y Guadalupe Uceta Pérez en su reseña homenaje en el centro Conde Duque de Madrid muere dejando inédita la última novela Celia en la revolución, publicada por primera vez en 1987 y reeditada 30 años después. Parece ser que una parte de su obra se mantiene inédita y desconocida en la actualidad.



https://es.wikipedia.org/wiki/Elena_Fort%C3%BAn

https://www.fecyt.es/es/publicacion/ni-tontas-ni-locas-las-intelectuales-en-el-madrid-del-primer-tercio-del-siglo-xx

https://www.condeduquemadrid.es/actividades/elena-fortun-y-su-mundo

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HH

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