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sábado, 12 de mayo de 2012

Dolores Veintimilla, poeta ecuatoriana


Dolores Veintimilla (Quito, 12 de julio de 1829- Cuenca, 23 de mayo del 1857) fue una poeta ecuatoriana.

En su corta vida fue creadora de inspirados poemas y trabajos literarios, el poema que más se conoce es Quejas. El fracaso en su matrimonio con el médico colombiano Sixto Galindo. Así como su pensamiento adelantado a la época, marcarían la personalidad y los trabajos posteriores de Dolores, llevándola finalmente al suicidio.



El nacimiento de esta poetisa coincide con el nacimiento de la República del Ecuador; nace en medio de una sociedad hipócrita y falsamente moralista. Dolores Veintimilla es una de las pocas mujeres que rompiendo los prejuicios sociales, se incorpora al movimiento cultural de esa época.

Nació en Quito en 1830, en medio de una familia acomodada de la capital, personas que la conocieron han ponderado sus atributos físicos. Sus padres fueron el señor Don José Veintimilla y la señora Doña Jerónima Carrión, ambos nacidos en Loja. A los dieciocho años de edad contrajo matrimonio con el médico colombiano Sixto Antonio Galindo y Oroña, quien no supo comprenderla ni apoyarla en sus anhelos culturales.

Su matrimonio fue un fracaso, Galindo estaba acostumbrado a traicionar con otras mujeres a Dolores; principalmente por este motivo y para evitar así las habladurías de la gente, Dolores Veintimilla, su marido y su tierno hijo salen de Quito para radicarse en Guayaquil, sin embargo el marido no encuentra agradable este ambiente y decide trasladarse a Cuenca, ciudad que se convertiría en la tumba de la poetisa.

Al poco tiempo de vivir en Cuenca (ciudad extremadamente conservadora) Sixto Galindo no obtiene la clientela que esperaba tener, ha obtenido la cátedra de medicina en la Universidad de Cuenca, pero no soporta iniciar las clases con el rezo de tres Aves Marías y un Padre Nuestro, se cansa de la ciudad donde los chismes solo se acrecientan más; por estos motivos Galindo decide abandonar a su esposa con su hijo para el radicarse en Panamá.

Dolores Veintimilla en Cuenca despliega una gran actividad cultural, su casa se convierte en uno de los mayores cenáculos literarios de la época por donde pasaron algunos de los más ilustres poetas de la época como el chileno Alberto Blest Gana.

Se da en aquella época un acontecimiento que turbara el alma sensible de la joven poetisa, acusado de parricidio el indígena Tiburcio Lucero fue condenado a muerte, la poetisa siente la tragedia como suya y sale en defensa del indígena escribiendo un ensayo al que titula "Necrología" en el cual se muestra contraria a la pena de muerte. A partir de éste escrito el mayor de sus adversarios, el polemista Obispo de Cuenca el sacerdote franciscano Fray Vicente Solano, no dejaría de fustigarla desde el púlpito, se encargo de mancillar su honor y su dignidad hasta después de muerta.

El pueblo cuencano, dejándose llevar por el fanatismo religioso y por la lengua de Fray Solano, empezó a criticar a la joven mujer, hojas sueltas tales como: "A un curioso ratoncito", "En defensa de Madame Zoila", etc. Escritas en contra de ella por los frailes Solano, y Marchán; todo esto, junto a las penurias económicas, el abandono de su marido y las críticas sociales fueron hundiéndola en una melancolía profunda. La mujer hace un intento por salvar su honor escribiendo otra hoja suelta a la que títula "Al público", la misma que nunca salió a la luz porque "los dueños de la verdad" no le permitieron su defensa.

Bajo estas circunstancias, cansada de sobrevivir se arrancó la vida de su propia mano, como lo indicó en sus poemas: "Y si a olvidar no alcanzas al ingrato/ te arrancare del pecho corazón". Así desaparecía tempranamente, con apenas veintisiete años de vida, una de las más tiernas voces del Romanticismo Hispano.
Obra Literaria

Dolores Veintimilla dejó pocas obras, las cuales fueron publicadas en conjunto por Celiano Monge en Quito después de la muerte de la poetisa.

Entre la prosa sobresalen “Fantasía” y “Recuerdos”. Son obras en las que dialoga con el pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.

En el verso es donde mejor logra plasmar su dolor.

Con “Aspiración”, “Desencanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis enemigos”, “A un Reloj” y “A mi madre”.

Cómo característica de estilo se puede contar que prefirió el verso rimado y musical, y que casi no se valió de metáforas u otras imágenes literarias para plasmar su dolor en sus escritos.


QUEJAS


¡Y amarle pude! Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma...
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como l ahoja en el árbol vacilé.




Su imagen en el sueño me acosaba
siempre halagüeña, siempre enamorada;
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador;
y era él quien lo arrancaba de mi pecho;
él, la fascinación de mis sentidos;
él, ideal de mis sueños más queridos;
él, mi primero, mi ferviente amor.



Sin él, para mí el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida apasionada;
era el centro de mi alma el amor suyo;
era mi aspiración, era mi orgullo...
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?



No es mío ya su amor, que a otra prefiere.
Sus caricias son frías como el hielo;
es mentira su fe, finge desvelo...
Mas no me engañará con su ficción...
¡Y amarle pude, delirante, loca!
¡No, mi altivez no sufre su maltrato!
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,

¡te arrancaré del pecho, corazón!



Quejas

Quejas. Es un poema que resume la vida de una mujer con un sufrido destino al lado de su esposo. Veintimilla intenta en esta obra expresar cómo el enamoramiento suele ser tan engañoso y cómo la vida en pareja puede dar un giro de 180° dentro de la convivencia:


¡Y amarle pude!... al sol de la existencia se abría apenas soñadora el alma... Perdió mi pobre corazón su calma desde el fatal instante en que le halle. Sus palabras sonaron en mi oído como música blanda y deliciosa; subió a mi rostro el tinte de la rosa; como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba siempre halagüeña, siempre enamorada; mil veces sorprendiste, madre amada, en mi boca un suspiro abrasador. Y era él quien lo arrancaba de mi pecho él, la fascinación de mis sentidos; él, ideal de mis sueños más queridos; él, mí primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí, el campo placentero en vez de flores me obsequiaba abrojos sin él eran sombríos a mis ojos del sol los rayos en el mes de abril. Vivía de su vida aprisionada; era el centro de mi alma el amor suyo, era mi aspiración, era mi orgullo... ¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor que a otra prefiere sus caricias son frías como el hielo. Es mentira su fe, finge desvelo... Mas no me engañará con su ficción. ¡Y amarle pude delirante, loca! ¡No! mi altivez no sufre su maltrato; y si a olvidar no alcanzas al ingrato ¡te arrancaré del pecho, corazón!




LA NOCHE Y MI DOLOR



El negro manto que la noche umbría 

tiende en el mundo, a descansar convida. 

Su cuerpo extiende ya en la tierra fría 

cansado el pobre y su dolor olvida.



También el rico en su mullida cama 

duerme soñando avaro en sus riquezas; 

duerme el guerrero y en su ensueño exclama: 

-soy invencible y grandes mis proezas. 



Duerme el pastor feliz en su cabaña 

y el marino tranquilo en su bajel;

a éste no altera la ambición ni saña; 

el mar no inquieta el reposar de aquel. 



Duerme la fiera en lóbrega espesura, 

duerme el ave en las ramas guarecida, 

duerme el reptil en su morada impura, 

como el insecto en su mansión florida. 



Duerme el viento, la brisa silenciosa 

gime apenas las flores cariciando; 

todo entre sombras a la par reposa, 

aquí durmiendo, más allá soñando. 



Tú, dulce amiga, que tal vez un día 

al contemplar la luna misteriosa, 

exaltabas tu ardiente fantasía, 

derramando una lágrima amorosa, 



duermes también tranquila y descansada 

cual marino calmada la tormenta,

así olvidando la inquietud pasada 

mientras tu amiga su dolor lamenta. 



Déjame que hoy en soledad contemple 

de mi vida las flores deshojadas;

hoy no hay mentira que mi dolor temple, 

murieron ya mis fábulas soñadas.

4 comentarios:

  1. No la conocía.La apunto para mi lista aisnet.

    Besos

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  2. ES realmente trágica su vida como la trifulca prácticamente la lapido con cuenterio y medio

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  3. Viviò en la època equivocada y sufriò mucho por ser mujer. Al final se rindiò y prefiriò dejarse ir.

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HH

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