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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Día para la Educación, la Ciencia y la Cultura.


4 de Noviembre. Día de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Queremos traer la aportación que gracias a la red RIMA nos ha llegado y que aclara la opinión feminista sobre el tema. No se lo pierdan :

Las ciencias -quédense tranquilos- son sociales, no nacen en Marte, se hacen acá, con poder, con pasión.
Dora Barrancos


Darse cuenta

El viernes 23 de octubre se desarrolló en el Aula 5 del Pabellón II la Jornada “Género con-Ciencia”, organizada conjuntamente por la Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina, y las Facultades de Exactas, Filosofía y Sociales de la UBA. Durante el encuentro, las participantes señalaron que existe un espejismo de igualdad en el sistema científico y subrayaron la importancia de percatarse de esa inequidad para poder superarla.

La jornada se denominó “Género con-Ciencia”, haciendo referencia al tema de género en la ciencia, y también a la necesidad de tomar conciencia de los problemas de género en el sistema científico. 

La apertura estuvo a cargo del decano de Exactas, Juan Carlos Reboreda, quien ofreció datos duros que evidencian el problema. “En CONICET, 52 por ciento son mujeres; pero, mientras en la categoría de asistente hay 57 por ciento de mujeres, en la de investigador superior hay sólo un 25 por ciento. En la UBA, los resultados son parecidos: 58 por ciento de los docentes auxiliares son mujeres, pero sólo 43 por ciento de los profesores pertenecen al sexo femenino”, señaló. 

“Uno puede decir que en Exactas eso no pasa: falso. En los primeros 50 años de historia, hubo 88 egresados, y solo dos fueron mujeres. En los 50 años siguientes, hubo un 33 por ciento de egresadas mujeres y, en la actualidad, tenemos un 52 por ciento de mujeres graduadas. Pero ellas suman sólo el 43 por ciento de los profesores regulares”, enumeró Reboreda. 


También apuntó que, en el Departamento de Matemática, casi no hay profesoras jóvenes. En el grupo que tiene más de 50 años, hay equivalencia entre hombres y mujeres, pero entre los menores de 50, hay sólo un 27 por ciento de mujeres. 

Por otra parte, algunas carreras son más masculinas y otras, más femeninas. Las de Ingeniería, Informática y Agronomía son que las que poseen menor porcentaje de estudiantes mujeres, lo que sugiere que son poco atractivas para ellas. 

La decana de Filosofía y Letras, Graciela Morgade, especialista en educación, dio una aproximación conceptual al tema. “Cuando hablamos de género, estamos hablando de una relación de poder, de diferencias donde hay jerarquías, y algunos sujetos valen más que otros. Hablamos de un sistema de patriarcado”, definió. 


En ese sistema, “los sujetos no son totalmente libres, pues están determinados por factores históricos, culturales, económicos, entre otros, pero tampoco están completamente sujetos a esas determinaciones. No hay un libreto a seguir”, destacó. 

Asimismo, remarcó el rol de la institución escolar como herramienta formal en la transmisión del sistema patriarcal. “Sin embargo, el Estado también es un espacio de contradicciones y de disputa, donde podemos participar e incidir para modificar la realidad”, subrayó. Lo cierto es que los estudios de género mostraron que existen sesgos androcéntricos en los contenidos que se transmiten, tanto en la escuela como en la universidad. 



Lo primero: percatarse 

Por su parte, Dora Barrancos, socióloga, doctora en historia, y directora del Área Ciencias Sociales y Humanidades del CONICET, destacó: “Para superar la inequidad, la primera cuestión es percatarnos de que hay inequidad, de que hay una mala distribución de las oportunidades, a pesar de los cambios extraordinarios que se han producido, societarios y demográficos”. Y repitió: “Lo importante es percatarse”. 

“La naturaleza íntima del patriarcado no consiste solo en haber hecho regentes a los varones, sino en haber hecho creer a la mujer que eso es inexorable. Este es el triunfo patriarcal”, afirmó Barrancos


Hoy, debido a la ampliación demográfica, las mujeres superan a los hombres en el otorgamiento de becas, “egresan rápido y con buenas calificaciones, y puede ser que una joven científica no se percate de la discriminación. Es más, es posible que la niegue”, estimó. 

“Parecería que en la ciencia fuera necesario que exista un velo, una cierta ceguera. La no ceguera significaría tomar una posición subjetiva, que llevaría a una posición política. Y esa posición política es algo que las ciencias no aguantan… ¡como si en la ciencia no hubiera partidos a favor de determinada posición teórica!”, resaltó. 

Y prosiguió: “Las ciencias -quédense tranquilos- son sociales, no nacen en Marte, se hacen acá, con poder, con pasión”. 


Refiriendo al comentario de que las mujeres científicas son muy emocionales, Barrancos apuntó: “Los varones se mueren de emoción, se hacen pis de emoción, cuando descubren algo. Pero es muy masculino no poner en evidencia la emoción. Además, sin emoción, ¿qué tipo de conocimiento hubiéramos podido tener? Si lo primero que nos lleva a algo es un estado de emoción”. 



Acción positiva 

Barrancos se refirió a las medidas que ha tomado el CONICET al reconocer un año de licencia a las investigadoras que hayan dado a luz, y también a la modificación de la edad para la formación doctoral y postdoctoral. 


En general, una mujer investigadora aplaza sus oportunidades de promoción para acompañar a su pareja, que suele ser también un científico. “Las medidas de acción positiva que tomamos son las mínimas, reconocer un hijo, dos, o tres. Pero eso no es acción positiva, sino razonabilidad pura”, remarcó. 


Y finalizó con un consejo: “A las mujeres, que se percaten de lo que les pasa, que es lo mejor que les va a ocurrir. Los milagros no vienen de afuera, sino de las causas profundas que hacen los verdaderos agentes afectados en sus derechos”. 


La última de las oradoras fue Gloria Bonder, directora del Área de Género, Sociedad y Políticas, de FLACSO, quien señaló, retomando los números, que el hecho de que haya equivalencias en las cantidades de hombres y mujeres no significa que desaparezcan las causas de la discriminación. “El desafío es transformar e innovar. Tiene que cambiar la forma en que se enseña la ciencia, en que se evalúa la producción científica, y la forma en que se premia, entre otras cosas”, subrayó. 


Asimismo, acotó que, si se compara la UBA con otras universidades, se observan diferencias, pues los trayectos que recorren las mujeres en cada caso son diversos. Es que el tema de género también se relaciona con el de clase social, así las mujeres de sectores económicos más desfavorecidos tendrían menos oportunidades. Bonder señaló que sería necesario estudiar qué pasa con las mujeres y varones en la UBA y en las universidades del conurbano, en carreras idénticas: de dónde vienen, cómo eligen esas carreras, qué tipo de rendimiento tienen, cuáles son sus aspiraciones profesionales. “De este modo se tendría una idea más matizada, no tan binaria, de la situación de varones y mujeres”, afirmó. 



Espejismos 

Muchas veces, cuando se considera el número de mujeres que participan en la política, o las que se dedican a la ciencia, se puede pensar que ellas tienen las mismas oportunidades que los hombres. “Hay un espejismo de igualdad, que es muy difícil de erradicar, y que contribuye a hacer invisible la discriminación”, destacó Bonder. 


Y aportó una anécdota acontecida en el área de informática, donde el número de mujeres es muy bajo: “Las chicas allí dicen ‘somos pocas, y justamente por eso somos muy apreciadas’. Ellas se perciben como una minoría que es aceptada y tiene el privilegio de ser aceptada”. Lo cierto es que esas mujeres ven como privilegio algo que, en realidad, es un derecho.


Según Bonder, los estudios de género necesitan hacer foco en diversos aspectos, por ejemplo, considerar los obstáculos que existen para equilibrar la vida profesional con la personal y la familiar. En estos casos, se necesitan políticas y medidas concretas de apoyo, como los ámbitos para el cuidado de los niños, la extensión de las licencias parentales, entre otras. 


Señaló que sería necesario estudiar cuáles son los condicionantes socioculturales, los factores psicológicos y el imaginario social en torno a la ciencia. Al respecto, son clásicos los estudios en que se pide a los niños que dibujen a alguien haciendo ciencia, y la imagen siempre muestra a un hombre. Asimismo, al analizar libros escolares, aparece el varón en el laboratorio, y la mujer asistiendo. 


“La pregunta es cómo integramos el enfoque de género en la educación en ciencia y tecnología”, dijo Bonder. 


Por otra parte, existe poco conocimiento acerca de las mujeres científicas. Al respecto, señaló que en encuestas realizadas, 7 de cada 10 europeos respondió que las mujeres no tienen capacidad para convertirse en científicas de alto nivel. 



Sesgos en la investigación 


Lo cierto es que, cuando se aplica la lente de género a la producción de conocimiento, es posible encontrar diversos sesgos. Un ejemplo son las investigaciones sobre la isquemia cardíaca que, en los Estados Unidos y Europa, es una de las principales causas de muerte en la mujer, según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, durante mucho tiempo ha sido caracterizada como una enfermedad masculina, y los criterios clínicos para diagnosticarla se han basado en los síntomas prototípicos de los varones. La consecuencia fue que las mujeres no eran diagnosticadas ni tratadas en forma correcta. “La inclusión de mujeres en diversos contextos de la investigación mejoró el diagnóstico temprano y el tratamiento”, comentó Bonder.





En el caso de la osteoporosis, históricamente la investigación se focalizó en mujeres postmenopáusicas blancas, pese a que los varones son un tercio de quienes sufren fracturas de cadera y tienen más riesgos de mortalidad por la misma afección. Algo similar ocurre en cuanto a los trastornos en las conductas alimentarias: la mayoría de los estudios incluyen sólo mujeres. 



Al considerar los procesos de investigación, surgen numerosos interrogantes, por ejemplo: ¿se toman en cuenta y analizan las diferencias de sexo y de género en cada etapa del proceso de investigación? ¿Influyen los patrones de género en la determinación de prioridades de investigación y en sus resultados? ¿Cuáles son los supuestos sobre las desigualdades de género? ¿Qué implicancias tienen estos supuestos en los temas que se eligen, las preguntas que se formulan, los métodos utilizados, qué cuenta como evidencia válida y cómo se interpreta? 



“Queremos otra ciencia, donde haya representación de lo que son las particularidades de mujeres y varones”, sostuvo Bonder. 


“Tengo la sensación de que estamos ante el develamiento de algo que permanecía invisible, hay muchas investigaciones, el campo del género es prolífico, diverso, y está en constante crecimiento. Esto es positivo”, concluyó Bonder.
Por Susana Gallardo



Fuente: El Cable de Exactas Nro. 876
http://issuu.com/mediosexactas/docs/876/
http://exactas.uba.ar/noticias/display.php?info=noticias&id=870
 Gracias a RIMA y a Ana Santana 


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